Otoño de expectativas

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Antonio y Ana se han casado el domingo 3 de Octubre de 1971.

Don Luis ha colgado un cartel de dos metros de largo por uno de ancho en el escaparate. Con el dibujo de una pareja por un lado, un ramo por otro y en medio con letras más grandes: ANTONIO Y ANA SE CASAN. Debajo de éstas y con letras más pequeñas: Disculpen por cerrar.

El cartel lo ha hecho Rafa, los tres fuimos a la boda porque Rafa viene a casa todos los fines de semana.

La feliz pareja me piden que me encargue de la tarta, es la primera tarta de boda que hago, predominan el blanco de la nata, el rojo de la fresa y el rosa de ambas mezcladas. Madrugo como un día habitual para hacer la tarta y tengo tiempo para adecentarme y vestirme con el mismo traje del cumpleaños. Pobre Cris, ¡cuánto me gustaría que estuvieras aquí!

Vuelvo a pisar una iglesia desde el funeral de mamá, me hubiera gustado escaquearme, pero Antonio se ha hecho un buen amigo y me pareció un desprecio rehusar la ceremonia.

Noté la presencia de un alma en la iglesia. Nada más ni nada menos que Luisa, la madre del novio. Voy a aprovechar este capítulo para contar la historia de esta familia.

Luis y Luisa se casaron en la primavera de 1945 en Madrid. Luis desciende de pasteleros y siguió con la tradición en la misma pastelería que su padre regentaba en la Gran Vía, perdón Avenida de José Antonio. Madrid creció mucho en la década de los 60, entonces Luis montó su pastelería actual con el nombre de su esposa.

Antonio nació en 1947 y, ¿cómo no?, también creció entre pasteles y sabiendo que su vida estaría relacionada con ese oficio. Se convirtió en un joven alto, rubio como su madre, complexión atlética porque siempre le ha gustado hacer ejercicio.

Pero el cáncer también atacó a Luisa en la primavera de 1969, cuando su hijo ejercía el servicio militar. Don Luis no quiso continuar solo en la pastelería y la cerró con intención definitiva. Cuando su hijo se licenció, le convenció para seguir y contrataron a Ana como dependienta. Antonio se alternaba entre el obrador y la tienda y se enamoró de Ana.

Vuelvo a la iglesia, perdón por repetirme. Luisa no me oculta nada. Descubro que puede comunicarse con su marido, tal como mamá con papá. Me complace y me comunica todos los detalles que yo desconocía y acabo de contar.

Celebramos el banquete en el mismo restaurante donde comimos con el periodista. Tengo la intención de hablar con Don Luis acerca de los sueños, pero no encuentro la ocasión.

La comida está deliciosa y abundante, como suele ser habitual.

Rafa y Rafael, hermano de Jose, coinciden en el nombre de pila, fecha de nacimiento y sus trabajos están relacionados con el dibujo. Pero no coinciden a menudo en el campamento porque les tocó compañías apartadas en el Centro de Instrucción de Reclutas de Colmenar Viejo.

He seguido teniendo sueños de robos en tiendas cerca de casa. La peluquería donde fui antes de la boda, una mercería clienta de papá, la ferretería donde compramos, una óptica que no hemos visitado y una papelería. Estas veces son más fáciles porque sigo la misma rutina. Llamo a la comisaría y pregunto por el inspector Cuesta.

— ¿De parte de quién?

—De Pablo García Sevilla.

—El inspector no está, pero todos te conocemos. Puedes contar el sueño.

—En la papelería El Cuaderno. 10.23 horas, lo sé porque he visto un reloj. El ladrón tiene aspecto y voz de moro, lleva gorro y gafas negras, ropas oscuras. Estatura uno setenta, complexión normal. Va armado con un cuchillo.

— ¡Qué bien lo sabes! No hace falta preguntarte. Gracias, Pablo.

—De nada, es un placer. Adiós.

25. Parte 1 Un Amor Sobrenatural.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora