Despedidas

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Mi tío Pablo nos avisó con antelación que no podía asistir a mi cumpleaños. Por eso decidimos celebrarlo en casa de Eugenia.

Sí ha podido venir hoy, el domingo siguiente, eso sí, se ha quejado de que vivamos tan lejos. El motivo para no venir fue que había quedado con un amigo, el dueño de una casa en alquiler en la calle Hermanos de Pablo. Me hace gracia el nombre y mi tío asegura que no está de broma. El amigo está conforme con esperar hasta junio.

También concretamos la fecha de mi inicio como aprendiz de pastelería, 14 de junio. Mi jornada será de 6 a 14 y de lunes a sábado. Puedo hacer horas extras por las tardes, en este caso no me invitaría a comer, tendría que ir a casa. El sueldo serían cuatro mil pesetas, más cinco duros por cada hora extra.

Me ha regalado cien pesetas, como la otra vez, poco antes de despedirse. Mi padre me cuenta cuando ya estábamos los tres solos:

—Tu tío sigue perteneciendo a la cofradía del puño.

— ¿Qué es eso?

—Un dicho andaluz, significa que es un rácano. Yo que tú, buscaría otro sitio, seguro que te pagan más.

—Papá, no es por el dinero, es por aprender. Creo que es mejor empezar con él porque hay confianza.

—Como quieras, pero no por mucho tiempo.

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Esta primavera está siendo de lo más entretenida en cuanto a compañía. Cris y yo nos vemos casi todos los días y salimos con Laura y Aurelio todos los domingos. Paseamos o vamos al cine, yo solo pago lo mío y Aurelio solo invita a Laura.

El estudio ya no es mi prioridad, me dejo llevar por la inercia de lo aprendido, sin esforzarme. Prefiero aprender en Gea.

Muy distinto es para Jose, debe hincar los codos, lamento que sin mi ayuda. Su padre le recoge al mediodía, van a su casa en Federico Gutiérrez y le trae al instituto. Por la tarde va solo en el autobús y metro. Ya no tenemos el trato de antes, sólo somos dos compañeros de clase.

Cris y yo seguimos viajando a Gea. Jesús me va enseñando lo que fue su vida allí y cómo llegó a la Tierra. Lo voy escribiendo al inicio de cada capítulo anterior a mi tercera visita. Tengo sueños que no logro comprender: Cris y yo nos separamos, me odia e intenta suicidarse. Hurgo en su mente, no me aclara nada porque no ha tenido el mismo sueño.

—Paul, ¿qué piensas? No me dejas entrar en tu mente.

— ¿Se puede hacer eso?

—Yo no sé hacerlo. —Ésta es la demostración de su sinceridad.

—Cris, mi amor. ¿Vas a dejarme?

—Ni aunque muera, siempre estaré contigo. ¿Por qué lo preguntas?

—Lo he soñado.

—Sigo sin poder entrar en ti, ¿me ocultas algo?

Me debatía entre hacerle sufrir u ocultarle algo por primera vez. No sé cómo, abrí mi mente de par en par. Ambos lloramos, nos abrazamos para demostrar que eso nunca sucederá y olvidamos el sueño.

Jesús nos explica:

"Sí, se pueden ocultar los pensamientos. Basta con poner una barrera que impida la penetración de otra mente. Tu subconsciente puso esa barrera porque no quería que ella descubriera el sueño. Hicisteis bien en olvidarlo, sólo puede haceros daño."

Algo me sigue intrigando: "No comprendo por qué mi alma me mostró ese sueño."

"Porque está practicando contigo. Míralo de este modo: ya sabes ocultar pensamientos."

25. Parte 1 Un Amor Sobrenatural.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora