Capítulo X: Sus encantos (+18)

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Era el único día libre de Butters y como todos los viernes ese día solo era para pasarlo con su esposo haciendo diversas actividades, como ese día que estaban de compras pues Kenny nunca iba a trabajar los días que él podía descansar, para estar juntos.

- ¿Tenemos cereal en casa? -Preguntaba el chico mientras movía su carrito, la verdad no se había dado cuenta de ese detalle y dudaba que su descuidado esposo también lo supiera.

-No lo sé amor. -Butters suspiró y metió el cereal al carrito, nunca estaba de mas prevenir. -Oye corazón, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Claro cielo. -Ambos hombres estaban en el pasillo de frutas, viendo que comprar para la semana. Kenny no sabía como contarle sobre su trabajo sin revelar que era un superhéroe, así que empezó a imaginarse una situación factible de su propio trabajó en la automotriz.

-Hay un cliente que me desespera. -Inicio hablando el hombre mientras ponía unas botellas de leche en el carrito que conducía su esposo. -Pero necesito trabajar con él porque Kevin dice que es una forma de conocimiento y esas mierdas... ¿Cómo podría ganarme su confianza? Digo él ha dejado más que claro que no soy su persona favorita y no quiero perder ese proyecto.

A Leo en ningún momento se le vino asociar lo que le decía su marido con lo que estaba viviendo con Mysterion, si no que se puso a analizar la situación y concluyó que era una cuestión bastante simple.

-Oh salchichas, bueno creo que la solución es simple... -No estaba convencido sobre eso, pero estaba siendo sincero con el rubio. -Debes de dejar claro que todo es profesional, que no te interesa una amistad pero que ambos iban a conseguir un beneficio de aquello por lo que es un ganar – ganar, debe de entender y si no... bueno, solo usa tus encantos.

Kenny estaba poniendo atención hasta la última frase donde volteo a ver a su esposo y, en lo que esperaban para pagar se acercó al chico abrazándolo de la cintura con una sonrisa traviesa, poniendo rápidamente rojo a Butters.

- ¿Mis encantos? -Susurro el más alto muy cerca del oído del rubio menor, haciéndolo temblar. - ¿A qué te refieres con eso, Buttercup?

-T-Tú sabes a lo que me refiero. -El chico estaba atrapado y rápidamente se ponía rojo. – Debemos pagar, es nuestro turno.

Pero Kenny no iba a desperdiciar eso, así que hizo como si lo olvidará, pagando él la despensa pues era su turno de pagarla y pidiendo un taxi donde se comporto como siempre durante todo el trayecto para no hacer que su pequeño rubio sospechará de sus verdaderas intenciones, las cuales demostró apenas pusieron las cosas en la mesa.

Una vez que Butters tuvo las manos libres, lo jalo a él volviendo a impactar al rubio que conocía esa mirada, esa que siempre lo había hecho suspirar desde hace tantos años atrás, cuando Kenny simplemente era su crush.

-No sé de que encantos hablas, mi príncipe. -Kenny hablaba bajito, pasando una mano en la cintura del chico, atrayéndolo a él para que no escapará, mientras con la otra pasaba sus dedos en la mejilla del más pequeño y descendía lentamente hasta sus labios los cuales abrió ligeramente para después darle un apasionado beso a su compañero.

Butters apenas pensaba, cuando Kenny se ponía así la verdad prefería apagar su cerebro y disfrutar del placer, intentando seguir el ritmo de su pareja mientras poco a poco se pegaba más a Kenny moviéndose de una forma especial para prender un poco más a Kenny.

Y vaya que funcionaba, rápidamente el de Parka naranja empezó a bajar el cierre del suéter azul cielo que llevaba el rubio para sacárselo y poder levantar la camisa de su esposo, acariciando su abdomen mientras profundizaba el beso y lo hacía más salvaje sintiendo como su amigo despertaba.

Leo no se quedaba atrás, torpemente empezaba a quitarle su parka al hombre mientras la abría con una mano, con la otra empezaba a toquetear con los pantalones aquel miembro que siempre lo hacía perder la cordura, haciendo que Kenny diera un gemido ahogado durante el beso.

Solo se separaron para ambos quitarse la camisa y acercarse al sofá, ambos sabían que no iban a llegar a la cama por la desesperación y en casi todos los rincones de la casa había dos cosas; lubricantes y condones.

Kenneth adoraba el cuerpo de su esposo, aquel fino cuerpo delgado y proporcionado de una cadera pequeña, pero de un excelente trasero, asi como esa piel blanca que amaba chupar y besar como lo estaba haciendo ahora, siendo él el que estaba sentando en el sofá y encima se encontraba Butters que empezaba a gemir de la pura excitación que le daban los besos en todo se abdomen por parte de Kenny y como se restregaba su pene con el de su esposo aun con los pantalones puestos.

El rubio pecoso siempre fue su crush, el maldito "fuckboy" de la escuela era un sueño que por muchos años para Leo era una imposibilidad, puesto que pensaba que ambos se veían como "mejores amigos" y de ahí no los iban a sacar. Sin embargo, una cosa había llevado a la otra y solo hizo falta una fiesta para poder conocer un poco más de lo que la amistad otorgaba y de ahí, no saber cómo parar.

Adoraba sentirse único, que Kenny pudiera disfrutar tanto como él un encuentro era hasta su misma forma de excitarse y se perdía ahí, entre los gemidos de ambos y la desesperación que ambos tenían por deshacerse de los pantalones y de los bóxers al mismo tiempo.

-Ken, ah. -Aún cuando los años habían pasado, al chico se le hacía vergonzoso a veces estar completamente desnudo enfrente de su esposo, pero Kenny ya sabía eso, por lo que lo empujo a sí mismo en un beso pasional en lo que, con suficiente estrategia había sacado de un cajón de a lado del sofá una botellita de lubricante y un condón de sabor, eran de los favoritos de Butters.

El rubio sin romper el beso empezó a ponerse algo de lubricante en los dedos para después, con sumo cuidado, introducir uno poco a poco, haciendo que su pareja se acostumbrará a la situación, para después meter un segundo dedo y poco tiempo después un tercero.

-Ah, ah, ah, ah. -Para ese punto, el mismo Butters empezaba a cabalgar los dedos, buscando darse más placer, haciendo sonreír a Kenny que disfrutaba de ver como aquel chico que se veía tan inocente siempre podía verse tan jodidamente sexy cuando el placer lo comulgaba por completo. -Necesito más ¡por favor Kenny!

El chico podía venirse con tan solo esa suplica, estaba demasiado excitado que su propio pene estaba doliendo por lo que, sin pensarlo rompió el seguro del condón para ponérselo y después solo agarrar las cadenas de Leo dejando que el mismo chico lo montará a su gusto.

Al final de cuentas su principal tarea como marido era que su pareja siempre se la pasará bien, como justo ahora.

-Mierda. -Kenny cerro los ojos mientras hacía su cabeza para atrás, disfrutando del placer y soltando gruñidos de placer al sentir la rapidez en la que Butters se movía de un lado a otro y como este se veía, perlado del sudor, pero disfrutando demasiado el sentir su amigo dentro de él. -Ahg, joder, que rico...

No aguanto más y tuvo que sacar al rubio para después aventarlo a lado de él y poder ser ahora el de arriba, subiendo las piernas de Butters a sus hombros y empezando a embestirlo con más fuerza, disfrutando muchísimo más de la sensación y haciendo que el otro olvidará toda pena ajena entregándose al placer.

-Ke...ken... ¡ahg! Me voy a... -Ni siquiera pudo decir más pues apenas lo dijo su cuerpo se comprimió, encerrando en sus paredes anales el amigo de Kenny, haciendo que este también del placer se viniera en el preservativo y ambos disfrutarán juntos de un placentero orgasmo.

-Te amo. -Fue lo primero que pudo decir Ken mientras intentaba controlar su respiración, recargándose un poco en el pecho de su amante, sintiendo bastante placentero la tranquilidad después del sexo.

-Yo también te amo. -Leo no podía creer que al final del día, no solo se había acostado con su crush, si no que se había casado con él y que ahora estaba en un matrimonio feliz con el amor de su vida, teniendo sexo en donde se les diera la gana y no a escondidas como cuando eran jóvenes. -Y dale una ofrenda de paz.

- ¿Qué?

-A tú colaborador. -Butters recordaba el porque había iniciado esa conversación que acabó en el sofá. -Dale un detalle, eso siempre llama la atención y puede que confíe más...

-GraciasButtercup. -Kenny se quedó pensando un momento y asintió, dejando el tema puesprefería que su esposo recuperará fuerzas para subir a la habitación, el díaera muy joven ¿verdad?

Mi querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora