xx- ꜱɪɴᴄᴇʀɪᴅᴀᴅ

148 31 10
                                    

Por un segundo las palabras de la muchacha perturbaron la cuidada máscara que era el rostro de Petyr Baelish. Apenas fue un instante y el cambio ocurrió solo en sus ojos, pero para ella, que había malgastado tantos años tratando de comprenderlo, fue más que suficiente.  Elaine se lo esperaba, pero sintió una punzada en el pecho de todas formas.

— ¿Disculpa? —la sonrisilla burlona que le dedicó le dio una pista. Estaba a la defensiva.

— Supongo que es un choque para ti. Sé que querías meterte entre sus sábanas. Mis condolencias.

No le habría hecho falta que el Sinsonte hubiera sido siquiera mínimamente sincero para saber que estaba satisfecho con su respuesta.

— Entiendo que estés celosa, pero...

— No lo estoy —interrumpió. Lo estaba, pero no le replicaba por eso— Esa chica es buena. Es pura y ha acudido a ti por ayuda —recordó el rostro del único hombre que había amado, el que estaba delante de ella ahora mismo, pero que siempre parecía encontrarse mucho más lejos, perdido en el día que la única mujer que él amó murió— Me asqueas.

Quería hacerle daño. No supo si lo había conseguido.

— No sabía que te habías vuelto una mujer tan delicada —ironizó. 

Le brillaban los ojos como a un gato malicioso y Elaine comprendió que la poca empatía que pudiera sentir hacia ella se había evaporado al completo. Sonrió, porque entonces supo que lo había herido.

— No soy delicada. Sansa sí. Ese es el problema.

— ¿Estás segura de que no eres tú la que se ha enamorado de nuestro pajarillo? Pareces muy consternada con su situación.

— Porque yo también acudí a ti en busca de ayuda —dijo entonces, saboreando las palabras despacio— Busqué un hogar y pensé que había tenido suerte y me convertí en una prostituta y en una asesina, pensando que en un futuro lo agradecería. Pero sigo atrapada en el mismo punto. Contigo.

— Eres libre de irte, siempre fuiste libre de irte. No soy responsable de las fantasías de una cría ingenua — Cría ingenua. Directo, conciso. De nuevo, mezquino. Petyr cada vez parecía menos delicado cuando se dirigía a ella. ¿Lo estaba perdiendo?— Nunca fuiste tan tonta como para creer de verdad que mi ayuda sería desinteresada —y si lo perdía, ¿qué?— Siempre fue un intercambio y si aceptaste ofertas que no te convenían esperando algo mejor, es solo tu responsabilidad —si bien sus palabras podían parecer duras, su tono era amable. Comprensivo, paternal, casi condescendiente. Hablaba despacio, con la paciencia de quien intenta calmar a un buen niño que solo tiene una pataleta, y con cariño, como si pensara que de verdad podía seguir un buen camino del que solo se había desviado. La llenó de rabia— Siento que seas infeliz, Elaine. Y siento que seas infeliz a mi lado.

Su tristeza era tan genuina, tan obvia, que era imposible no darse cuenta de que era falsa. Petyr no estaba triste: estaba furioso. Y ella se ofendió de que aún pensara que podía ser engañada con estrategias tan baratas. Dio un paso atrás.

— No sé por qué sigo esperando que lo entiendas —escupió— Tú no vas a cambiar. No me quieres y no vas a aprender a quererme nunca —no veía sentido alguno en ocultar sus anhelos, y al menos arrojárselos le proporcionaba un poco de alivio. Pese a todo, sintió la boca seca al verbalizar sus deseos. Al demostrar que, pese a toda su ira, pese a toda la distancia que pudiera poner entre ambos, pese a todo su egoísmo, deseaba poseerlo— Al principio me parecía divertido, ¿sabes? Me hacía sentir bien tener tu afecto —porque se sentía como un privilegio— Pero eres venenoso. Incluso si intentas hacer las cosas bien. Incluso cuando lo haces sin querer. Incluso si no lo sabes.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 24 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sinsonte |Petyr Baelish|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora