xɪɪ- Qᴜᴇ ᴇʟʟᴀ ɴᴏ ꜱᴇ ᴅᴇ ᴄᴜᴇɴᴛᴀ.

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El Valle la enamoró desde el primer momento en que puso sus ojos en él.

No se sentía intimidada en lo más mínimo. Donde estaba situado, los altos muros, incluso la famosa puerta de la luna le parecía poética. Desde luego, era mucho más elegante que un burdel.

— ¿Cuánto estaremos aquí? — preguntó, mirando alrededor. Estaban esperando un recibimiento, en el salón principal.

Baelish sonrió ante su obvia fascinación.

— No está claro — respondió, afable— El necesario.

No supo si lo decía porque no quería darle más información o porque realmente no había ninguna fecha fija, pero no insistió.

En ese momento, Lysa Arryn entró por la puerta.

Nada más verla, lo primero que Elaine pensó de ella fue que parecía muy enferma. Demacrada, pálida y con una sonrisa algo ansiosa en el rostro recién vio a Petyr. Se sintió intimidada, porque se veía inestable. Después, se dio cuenta del también enfermizo niño que iba tras ella. Parecía débil y algo impertinente. Supuso que debía de ser Robin.

El niño adelantó a su madre y corrió hacia Petyr, lanzándose a sus brazos para que lo atrapase al vuelo.

— ¡Tío Petyr! — chilló, cerca de su oreja.

Era inevitable que su grito resultase molesto, pero Petyr solo soltó una pequeña risa algo paternal.

— ¿Me has traído un regalo, tío Petyr? — inquirió, en el mismo tono caprichoso de antes.

Petyr lo bajó al suelo con cuidado y sacó una pequeña caja de madera del bolsillo interior de su capa como respuesta, para tendérsela poco después. Robin Arryn la tomó, correteando y agitando la caja con brusquedad sin siquiera molestarse en abrirla.

Luego, fue el turno de Lysa de saludar y la joven se quedó anonadada cuando vio que lo besaba. Aunque su expresión no reveló sorpresa o desagrado, solo se veía neutral, pues había aprendido a controlarse.

— Te he echado de menos — afirmó, melosa.

Elaine estudió sutilmente las facciones de Petyr, aunque no revelaban nada. Costaba creer que sintiera algo por esa mujer. Era demasiado... Predecible, desesperada, enfermiza, débil desde su punto de vista. Poco elegante. Él debía mentir. Y entonces se preguntó dónde estarían sus límites. ¿Él tendría? ¿Había algo a lo que no estuviera dispuesto por un precio adecuado...?

— ¿Quién es ella? — esa pregunta la obligó a centrarse en la conversación. Giró la vista y se encontró con los inquietantes ojos de Lysa taladrandola profundamente. Se sintió amenazada.

— Oh, no es nadie importante —afirmó. No se sintió ofendida por ello, porque sentía que si Petyr se hubiera referido a ella dándole un mínimo reconocimiento, Lysa habría decidido odiarla— Una pupila de unos parientes lejanos —afirmó— Es una buena doncella. Muy servicial. Sé que tienes poco servicio, así que... —se acercó a Lysa, acariciando su mejilla con aparente cariño — ...Pensé que estarías contenta de tener a alguien de fiar aquí.

Mientras Lysa suspirada, anonada por el aparente gesto de consideración, Elaine sintió un escalofrío. Baelish la manejaba con una facilidad increíble y ella estaba tan, tan ciega. Le asustó. Él podía hacer eso casi con cualquiera y lo sabía. También con la propia Elaine.

Entonces, ellos se pusieron a caminar y los siguió, a una distancia respetuosa. No sabía a dónde debía ir y supuso que se lo dirían de que acabaran de hablar, porque a nadie le importaba malgastar el tiempo de una criada. Desde atrás no podía oír su conversación y tampoco le interesó hacerlo; aquella mujer la asqueaba. Su ansiedad al hablar, su voz y hasta sus gestos. Todo en ella la repelía y le causaba desprecio y no podía concretar el por qué exacto. Pensó que se debía a su arrogancia, pero esa era propia de la mayoría de gente con un buen apellido. También pensó que podría ser por esa facilidad para entregarse a gente como Petyr, sin proteger nada de lo que tenía, sin ver la amenaza. Pero también lo descartó, porque no podía culparla solo por no ver venir a alguien como él.

Entonces, ¿qué era?

— ¡Robin!

Elaine se apartó justo a tiempo. El niño había salido corriendo y riendo y no dudaba que habría recibido un empujón de su parte de no haberse movido.

— ¿Por qué no lo has detenido? —preguntó Lysa, irritada. Elaine estaba segura de que, de haberlo sujetado, también se habría quejado, así que se limitó a sostener su mirada unos segundos antes de bajarla como se suponía que debía hacer. Lysa la ignoró y miró a Petyr, se disculpó brevemente por no acompañarlo a sus aposentos y se fue por el pasillo.

— No es molestia —afirmó él, respondiendo afable a sus disculpas, aunque ya se había marchado.

Entonces, Petyr paró de andar y miró a la joven a su lado. Tardó unos segundos en entender que la invitaba a caminar a su lado, y no detrás y no tardó en situarse a su costado.

— ¿Qué te parece la señora del Valle?—creyó percibir un matiz irónico en la voz, pero no estaba segura.

— Es estúpida y desagradable —se encogió de hombros. No iba a molestarse en mentir.

Petyr soltó una suave risa.

— ¿Te parece apropiado contarme eso a mí?

— Hablas como si sintieras algo por ella —ironizó y le hizo hacer una ceja.

— ¿No lo siento?

— En absoluto.

Vale, se estaba pasado un poco. Tenía demasiado temperamento, y hablaba con demasiada convicción, algo arrogante. Pero le molestaba que se molestara en fingir aún sabiendo que no le engañaba ni un poco.

Pero Petyr solo sonrió, con los labios pegados.

— Esperemos que ella no se de cuenta.

No se esperó una respuesta tan sincera y directa, no de él. Pero le gustó la mirada de complicidad que le dirigió. 

No le respondió y se limitaron a caminar en silencio y sin prisa hasta llegar a su destino. Inclinó un poco la cabeza, como gesto de despedida, pero él puso una mano en su mandíbula para darle un beso. Allí, en mitad del pasillo.

— Buenas noches —se despidió, cerrando la puerta con un brillo burlón en los ojos.

Elaine miró rápidamente ambos lados del pasillo. Suspiró con alivio al notar que nadie los había visto. Claro, ¿qué esperaba? Baelish no se arriesgaría.

Poco después, mientras se alejaba de allí, se dio cuenta de que había olvidado preguntar a dónde se suponía que debía dirigirse. 




Sinsonte |Petyr Baelish|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora