El sol ya quería comenzar a caer. Todo el resto del día había pasado normal, los adultos hablando, los pequeños jugando, riendo y comiendo tranquilamente. Ambos eran ambientes bastantes distintos.
Jaccaín no hizo nada raro en ese tiempo ante los ojos de Keir, lo unico que pudo notar era la pequeña incomodidad en su rosto cuando los monarcas de Hourede, como de costumbre, mostraban a todo el mundo su amor, pero supuso que al igual que él, odiaba las cursilerias.
Los monarcas de Sole, eran otro tema. Ni siquiera se tomaron de las manos en todo el día; el rey Gaacul parecía estar más entretenido en coquetiar con las jovenes del lugar, que estar con su reina. La reina por su lado solo se dedicaba a mirarle, pero en ningún momento le reclamo o algo por el estilo, probablemente porque ya era costumbre ver esas escenas.
El rey reunió a todos, pequeños y grandes, para brindar por el segundo año de vida de su pequeño hijo, por la fortuna de los monarcas, y por su perfecto reino.
Al terminar dicho brindis, Keilan immediatamente comenzo a saltar, ya sabía lo que iba a pasar ahora. Sus padres le dieron el mejor regalo posible, dejarlo conocer el pueblo.
Se despidio de todos rapidamemte y le pidio a Benokan ir con él, pero a su mala suerte no le dejaron, tenía que quedarse en el Castillo por ordenes de Gaacul.
Keilan, aunque un poco triste, igualmente estaba emocionado, eso no se lo podía cambiar nadie. En su carruaje, al lado de su madre, ni siquiera se quedo sentado, se levantaba a cada rato preguntando en que momento iban a avanzar, la emoción podría comerselo por dentro en ese momento.
Keilan siempre quizo salir a ver a su pueblo, lo veía a los lejos en su ventana, pero quería verlo en persona, hablar con los niños y niñas de ese lugar, hacerse amigos, jugar con ellos. Apesar de tener niñeras y demaciado juguetes, le parecía que no era suficiente, quería estar con personas de su edad, quería compartir sus juguetes, y esperaba poder cumplir su necesidad con los niños del pueblo.
Su madre sabía bien de sus ansias por tener alguien de su edad para jugar, esperaba que Benokan llenara ese lugar, hasta que ella le logre dar un hermanito o hermanita.
-"Keilan, amor, ya te explique que debes quedarte sentado, te podrías caer si no lo haces. Tampoco puedes bajar del carruaje sin estar al lado de uno de los guardias, bebé."- acaricio sus finos cabellos azabaches y lo tomo en sus piernas.
-"Lo sé mamá, pero...Jugar."- dijo haciendo un puchero mirando a su madre con ojitos de perrito triste.
-"Tienes a Benokan, por el momento solo podras jugar con él, ¿si?"- beso repidamente su cara haciendo reír al príncipe.
-"Luces mias, estamos a punto de irnos."- entro el rey tomando la mano de su hijo y la de su esposa. -"Reina mia, todo va a salir bien, porque nuestro pequeño Keilan es el niño más lindo e inteligente de todo el mundo."- Toco la nariz de su hijo haciendolo reír nuevamente.
Sus palabras se sintieron bien para la madre y su hijo, sabiendo ambos su infinito amor, bueno, al menos a ellos dos, pero para nuestro "pequeño mocoso", su amado padre era así con todo el mundo.
Que bonita burbuja, que lastima que esa fría tarde de otoño quizo tocar el suelo y reventarse.
(...)
Todo comenzo de maravilla, la gente saludaba a la familia real, festeganban, eran felices, estaban en paz. Todo salia como ellos querían, Keilan no paraba de sonreír, pero entonces, todo se comenzó a derrumbar.
Una flecha fue directamente al carruje, muchas otras a los guardias y dos a el príncipe, que se salvo por su peluche que sostenía en su pecho por el miedo y la confusión.
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Luz Oscura
RandomLas cosas, ¿son lo qué parecen? Un pequeño príncipe, tan lindo, inocente y adorable, con un corazón lleno de amor y alegría. Era la alergía de su reino, todos lo amaban, ¿verdad? Todos amaban a sus padres, ¿cierto? Su pueblo estaba feliz, ¿no? Es...