Ya casi acababa la semana, y Keilan estaba más prendido de Benokan como nunca -si es que eso era posible-.
Benokan se había soltando un poco más, ya por lo menos comía con ellos y hablaba más. Pero la realidad era que Benokan seguía igual o hasta más roto, y tiene todo el sentido del mundo; ¿Quién no estaría triste de ver a su querida madre llorar todas las noches por quién se supone debería amarla y cuidarla?
Benokan no era tonto, sabía que sus padres estaban lejos de ser la pareja perfecta, y aún más sabía que su padre era todo lo contrario a un buen esposo -aunque, si lo piensaba, ¿qué hombre con poder en ese tiempo no lo era? Creía firmemente que ese unico hombre era su tío- pero al menos era un buen padre, o eso suponía.
Pero no quería pensar en eao, quería poner toda su atención en Keilan, ya cuando vuelva a Sole tendría tiempo de sobra para sobrepensar muchas cosas.En estos días, Benokan le había intentando enseñar a leer, y aunque no aprendío mucho, por lo menos su pronunciación comenzaba a tener mejoras. También le había enseñado a escribir sus nombres y pronombres.
No podía negar que le sorprendío que Keilan, siendo un príncipe heredero, aún no supiera leer bien libros con una letra demaciada grande a su gusto, pero al mismo tiempo le alegraba. Él desde los 3 años podía escribir palabras sumamente complicadas y en tres idiomas, y su padre y maestros siempre se lo vendieron como algo normal, aunque su mamá siempre le dijo que no se precione tanto, ya que, literalmente, era solo un bebé, y que había varios niños que siendo más grandes que él, no podían escribir muy bien, pero, aunque quería vivir según las palabras de su madre, ¿cómo hacerlo con sus maestros y padre detrás de él? Sabía que era el heredero, pero siempre se pregunto que tan necesario era no dejarlo jugar como otros niños, en vez de mantenerlo encerrado por ahoras en la biblioteca. Pero ya no le importaba, al fin y al cabo, ya se había acostumbrado.En esa semana, también siguio con sus clases de piano, solo que con un nuevo maestro, el cual era Jaccaín -aunque este último era más de violín-.
Keilan, por su parte, se maravillaba con lo aprendido y las clases de piano, que aunque él no participaba, le encantaba en demacía.
-Muy bien príncipe Benokan, lo ha hecho muy bien, no me sorprendería que pronto creára su propia pieza. Tiene mucho talento.- alagó y felicito Jaccaín.
-Muchas gracias por sus alagos, Lord Jaccaín, y también por tomarse en tiempo de darme clases.- hizo una pequeña reverencia.
-Gracias a usted por permitirme enseñarle.
Keilan se acerco un poco más a ellos.
-Tío Jaccaín, ¿yo también pudo aprender?-Claro que si, príncipe, pero para eso primero necesita ser más mayor, todavía es muy pequeño, y dudo que el rey me deje enseñarle, pero cuando podamos, estare encantado.
Keilan, aunque un poco decepcionado, asintio. Fue hacia Benokan y tomo su mano.
-Si termino la clase, ¿pudo ir a jugar con Benokan?-pregunto mirando a Jaccaín.
Jaccaín asintio y Keilan comenzo a arrastar a Benokan, quien soltaba pequeñas carcajadas por el pequeño berrinche que hacía el más pequeño.
-No es justo, yo también quiero aprender.
-Y estoy seguro que lo harás, pero todavía eres muy pequeño.
Keilan lo miro enojado -Pero me dijiste que aprendiste a tocar piano a los tres años.
-Exacto, y tú tienes dos, todavía eres muy pequeño.
-No es justo.
Dijo mientras desvio la mirada.
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Luz Oscura
RandomLas cosas, ¿son lo qué parecen? Un pequeño príncipe, tan lindo, inocente y adorable, con un corazón lleno de amor y alegría. Era la alergía de su reino, todos lo amaban, ¿verdad? Todos amaban a sus padres, ¿cierto? Su pueblo estaba feliz, ¿no? Es...