Se podía apreciar en aquella gran vivienda a las casi orillas de la ciudad, en donde se encontraba nuestro protagonista pelinegro leyendo un libro desde el balcón de su habitación, estaba entretenido mirando aquella lectura que su mejor amiga le había recomendado. Era un poco "cursi" para él, pero admitía que era una buena historia, incluso llegaba a creer que todo eso era simple imaginación, dudaba que pudiera existir o pasar relaciones amorosas de ese tipo.
Regresó a la realidad cuando su teléfono comenzó a sonar, anunciando su alarma programada para retirarse de sus actividades pasajeras e ir a hacer su trabajo. Colocó el separador de libro, indicando donde había terminado su lectura, cerró aquel objeto, tomó sus pertenencias y entró a su habitación a dejarlas. Salió de ahí en dirección de su despacho donde hizo una parada rápida antes de salir de su hogar.
No le agradaba hacerse cargo de la empresa que su padre le había heredado a él y su hermana, aunque no quisiese nada de él, fue su única salida desesperada en su niñez de aprender y generar dinero a futuro para ambos hijos. Lo cual, aunque a ella no le interesaba aprender de dicho negocio familiar, aceptaba ayudar a su hermano menor en todo, después de todo ambas ganancias las dividían y las obtenía gracias a él.
Era un hotel a la orilla del mar, por lo que en ocasiones realizaban viajes para observaciones y demás. Hasta que ella decidió vivir en una habitación bastante amplia con las comodidades de un departamento hogar, así que ella le apoyaba con la supervisión y demás en el hotel.
Salió de su despacho topándose a quien fue el tutor de ambos después de la muerte de sus familiares, el mismo que fue un padre para ambos hermanos, el mismo que durante no lograba cumplir la mayoría de edad para hacerse cargo por sí mismo, le ayudo, le enseñó y aún lo hace a su lado. Dio un suspiro y continuó en lo suyo.
—¿Ya te vas? —preguntó mientras me acercaba a él—, ¿necesitas mi apoyo?
—Por hoy no —le entregó un sobre—, esta vez debo ir yo. ¿Puedes encargarte de esto?
—Pero soy como tu guardaespaldas —lo tomó—, pero si estás seguro de ir tú solo, lo acepto.
Aunque él ya tuviera veinticuatro años, siempre cuidaba de él en todo momento. Para él siempre sería el pequeño Megumi que comenzó a cuidar y educar desde sus cuatro años.
—Sí, no te preocupes. Espero no llegar tarde —comenzó a caminar a la salida—, dile a nana que prepare algo delicioso como acostumbra, esta noche vendrá Sophie.
—Perfecto, yo me encargo —lo abrazó.
—Oye, papá Satoru, solo me iré un par de horas.
—Lo sé —soltó una risa—, solo que me dio la necesidad de hacerlo.
Después de una corta despedida, se alejó del garaje para subir a su auto e irse al lugar indicado. Su tutor le había advertido de avisar cualquier situación, sus llegadas y salidas a la ciudad vecina, aunque estaba cerca y en poco tiempo, le preocupaba la carretera. No era la primera vez que iba solo, pero sentía un ligero dolor de estómago por la situación.
—Tranquilo Satoru, él sabe conducir muy bien —comentó la señora que igual cuidaba de los Fushiguro desde pequeños.
—Lo sé nana —él la llamada de igual manera que ellos—, es solo que... no me siento bien.
—¿Por qué?, ¿pasa algo?
—No quiero ser negativo —cerró la puerta—, quizás hoy amanecí más paternal que ayer —le sonrió—. Bueno, saldré hacer unos encargos, prepare algo delicioso para la cena que tenemos su visita especial.
Muy en el fondo, Satoru presentía algo malo, su dolor de estómago ya lo conocía bien al igual que su inquietud por tenerlo cerca. Pero decidió confiar en que todo estaría bien.
Pasaron las horas, en que indicaba que regresaba de aquella ciudad, por lo que sabía el tiempo que le tomaba regresar, al menos un aproximado. Pero pasó el tiempo más de la cuenta, comenzando a ponerlo nervioso, los mensajes y llamadas "molestas" que le hace de costumbre no eran respondidas. Su dolor de estómago se hizo tan fuerte hasta llegar al punto de querer vomitar.
El teléfono celular comenzó a sonar con intensidad, antes de responder, pudo apreciar el contacto y extrañamente sentía como si lo hubieran golpeado y sacado todo el aire. Respondió como de costumbre cuando hablaba con él, pero lo único que se escuchó en aquel gran hogar fue un grito desgarrador llamando al joven Fushiguro mientras lanzaba aquel vaso de agua que tenía al lado de la mesa.
Viernes 13 de Julio, 21:34.
Megumi Fushiguro había tenido un accidente en carretera de regreso a su ciudad natal, ocasionando un problema en la columna dejándolo paralítico probablemente de por vida a sus veinticuatro años.
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╰❥Heridas (Megumi y tú)
FanfictionMegumi Fushiguro, después de su accidente pretende alejarse de todas las personas que lo estiman. Su tutor, quien lo ha cuidado desde niño, busca que vuelva a ser el mismo chico amable y tierno que era en su juventud. Aunque esto le está tomando más...