El reloj marcaba las 01:17, sus lágrimas caían lentamente una detrás de otra, se encontraba mirando las estrellas en su soledad, encendió aquel cigarro, después de su accidente comenzó a ser frecuente el fumar admirando su paisaje, extrañaba relajarse de esa manera en su balcón antes de dormir. Se encontraba en completo silencio, su corazón y su alma dolían, quería deshacerse de ese dolor.
Podía recordar aquel accidente a la perfección, era la pesadilla que más lo atormentaba, aquella sensación que sentía de desesperación y tristeza. Nunca ha logrado hablarlo, el decir como fueron los hechos, qué sentía, recordaba la horrible sensación del frío en su cuerpo, admirando la muerte a unos pasos de él. No entendía porqué continuaba con vida, cuando no debía hacerlo, al menos por lo sucedido.
Se acercó a la gran piscina que tenía en su hogar, recordaba los momentos de verano en su niñez, el cómo jugaban a la pelota y después salía al césped a comer algún helado o fruta fresca que nana les ofrecía. Eran tan buenos momentos que comenzó a dejar atrás, para reemplazarlo con un coraje en el mismo que no quería aceptar. En su mente escuchaba un llanto, igual que aquel día del accidente, nuevamente sentía un escalofrío que le proporcionaba el clima fresco.
Comenzó acercarse a la orilla, él le había dicho más de una vez a su padre adoptivo, que hubiera preferido morir aquella noche del accidente. Quería aprovechar este momento en que no se encontraba su tutor, ni tampoco su hermana. Solo su nana, considerando la hora, ella debía estar dormida. Limpió sus lágrimas mientras daba un último suspiro, para continuar su recorrido hasta que la silla de ruedas hizo un ruido muy fuerte y él al momento de caer.
No hizo nada, se dejó hundir cuando el agua comenzaba a entrar directo a sus pulmones. En el proceso, comenzó a recordar todos sus años felices en la pequeña familia que había tenido.
»Padres... no los puedo culpar absolutamente de nada. Nana, gracias por siempre cuidar de nosotros, sé que lo haces por que nos amas, no puedo decirlo directamente pero sabes perfectamente que también te amé como la abuela que siempre soñé tener, que perderte me hubiera dolido demasiado. Tsukimi, te amo demasiado hermana. Aunque en ocasiones lo negaba, eres la única sangre directa que me quedaba. Satoru... papá Satoru, eras un niño cuidando a otros niños, pero lo hiciste excelente. Agradezco todo lo que tengo y soy por ti. Shoko, gracias por siempre apoyarnos. No quiero vivir así, soy débil, lo acepto... no quiero verme así, no quiero mi nueva "versión" de vida esperanzado a algo que probablemente nunca suceda.
Pero parece que la muerte me odia...«
—¡Megumi, despierta!
Abrió los ojos de golpe escupiendo agua, se encontró frente a él a un ojiazul empapado con los ojos demasiado rojos al igual que su nariz. Se escuchó un sollozo proveniente de el mayor, dándole una bofetada con demasiada fuerza.
—¡Ya desperté idiota!
—¡Ya lo sé, idiota! —limpió sus ojos y sus mejillas—, ¿por qué solo piensas en ti?
—Déjame en paz.
—¿Sabes lo que duele verte de esta manera? —lo ayudó a sentarse—, ¿cuándo vas a entender que me dolería tanto perderte?
—No seas cursi Gojo —quitó su mano—, solo me estorbas.
—Eres un malagradecido —lo abrazó a la fuerza mientras sollozaba—, se supone que los hijos entierran a los padres, no al revés.
—Da la casualidad que no eres mi padre y yo no soy tu hijo, así que preocúpate por tus verdaderos hijos. Solo somos Tsukimi y yo.
—Eres un testarudo —lo apretó entre lágrimas—, entiende que no tiene que ver los lazos sanguíneos, solo el amor que les tengo y sé que sienten lo mismo. Somos una familia.
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╰❥Heridas (Megumi y tú)
FanfictionMegumi Fushiguro, después de su accidente pretende alejarse de todas las personas que lo estiman. Su tutor, quien lo ha cuidado desde niño, busca que vuelva a ser el mismo chico amable y tierno que era en su juventud. Aunque esto le está tomando más...