Era muy extraño que no encontrara a Jisoo por ningún lado aquel día, sinceramente me importó bien poco, hasta que la vi a la salida del colegio, montándose en la moto de Chan y desapareciendo juntos sin decirme nada. Fue como un golpe directo a mi estómago. ¿Me estaba evitando?
De repente, un tirón en mi mochila me hizo reaccionar, cuando me volteé, me encontré con tres chicos del equipo de béisbol que me habían arrebatado esta y salieron corriendo por los pasillos.¡No! ¡Mi trabajo de ciencias estaba en aquella mochila!
Corrí lo más rápido que pude, persiguiéndolos, con suerte solo se divertían un poco pasándose la mochila entre ellos y probablemente cuando se cansaran de marearme probablemente la dejarían estar. Pero para mi sorpresa, cuando los perseguí hasta el interior del gimnasio para recuperarla, vi que la habían dejado en el centro de la pista de baloncesto. Suspiré resignada y me acerqué a agarrarla. Solo se escuchaba mi respiración agitada y el sonido de mis pasos.
Un momento... No eran mis pasos los que sonaban. Mis deportivas no sonaban en absoluto de aquella aquella manera, era algo así como unos tacones que repitequeaban... Di un respingo al notar una mano en mi hombro, cuando me volteé descubrí una Brenda enfadada, mostraba una sonrisa hipócrita y una mirada asesina. Puso su mano abierta delante de mí.
- Ya sabes lo que quiero. Mi colgante. Ahora.
Miré su mano y luego miré al suelo, negando con la cabeza mientras daba pequeños pasos hacia atrás.
- ¿No lo tienes? -negué con la cabeza, pero esta vez su mano abierta que antes tenía estirada, aterrizó en mi mejilla-. Maldita muda de mierda, dame mi jodido colgante. Vale más que tu vida entera.
Llevé mi propia mano al golpe que acababa de recibir, notando como mi mejilla estaba caliente. Negué de nuevo, con lágrimas en los ojos, mi mirada buscó ayuda de alguien, pero en el gimnasio estábamos solo ella y yo.- ¡Quiero mi colgante! ¡QUIERO MI COLGANTE! -entonces me empujó tan fuerte que acabé en el suelo. Dió una fuerte patada en mis costillas y no pude hacer nada más que cubrir mi cabeza con mis brazos, encogerme, y esperar lo peor.
Sin embargo, sus gritos parecieron cesar y una voz más tranquila y no familiar llenó la sala.
- Te dije que no lo tenía ella.
Los golpes cesaron, pero yo me quedé hecha una bolita en el suelo, no me atrevía a mover un pelo. Un sollozo se aventuró a salir de mi pecho, y no pude parar las lágrimas que ahora salían de mis ojos sin parar.
- Es ella quien lo tiene. Sé que Sunmi la fue a buscar y desde entonces no encuentro el puto colgante. ¡LO TIENE ESTA ZORRA! -dijo Brenda a la familiar voz que había a lo lejos, pero que ahora se acercaba a nuestra posición a pasos lentos. La capitana de animadoras se separó de mi cuerpo para enfrentarla.
- ¿Y qué? No veo el por qué lo tenga que tener ella. Tú misma dijiste que solo estuvo unos minutos en la fiesta.
- Pero ni Sunmi lo tiene, ni Lisa tampoco...
- ¿Has hablado con Lisa? -preguntó aquella voz desconocida, yo quise levantar la mirada pero mi miedo me tenía completamente paralizada. Mi garganta ardía en esos momentos.
- Sí, y...
- Y te dijo que cuando arreglases tu puta vida, podrías recuperar tu tesoro, ¿no?
- S-sí... -dijo Brenda, algo nerviosa.
¿Quién podía poner nerviosa a Brenda?
- Entonces ya sabes lo que tienes que hacer, lárgate de aquí y deja a esta chica en paz.
Un gruñido salió de Brenda y abandonó el gimnasio a un paso acelerado. Sabía que ahora esa persona se acercaría a mi, por lo que empecé a temblar con más fuerza y apreté mi cabeza.