Jennie's POV
¿Cuánto exactamente dolería si realmente tuviese el corazón roto? ¿Qué sentiría una persona realmente enamorada al ver cómo su amor le coge el corazón y lo estrella en el suelo y lo hace trizas?
La respuesta es sencilla, y es que si te has hecho esa pregunta alguna vez es porque realmente tienes el corazón roto. Cuando ya no quieres escuchar lo que te digan de esa persona, cuando no quieres ni pensar en cómo te miraba. ¿Quizá había sentido yo sola todo esto tan intensamente?
Llevaba días con el teléfono apagado, días en los cuales casi no había salido de casa a pesar del inmenso calor que hacía, solo me quedaba bajo el ventilador con un pijama fino leyendo libros, la abuela tenía libros bastante interesantes y aunque estaban en japonés y yo no sabía muy bien cómo se hablaba, me entretenía en buscar las palabras con un diccionario japonés- coreano que me compró mamá al segundo día de estar aquí. Y esque yo no tenia sangre japonesa, al contrario que mi abuela, que se mudó aquí cuando se jubiló para vivir una vida mas espiritual.Me encontraba en la pequeña cama donde estaba durmiendo sentada a lo indio con el libro abierto en mis manos y el diccionario abierto apoyado en mis tobillos, como si fuese un atril. Todos se habían ido a la playa y me había quedado a solas en aquella casa.
¿Cómo estarían todos en Seoul? Miré por la ventana y al momento sonreí por inercia al pensar en los pequeños toquecitos que hacían las hojas de los árboles del jardín al dar en el cristal.
"Tock, tock, tock, tock..."
La suave brisa casi veraniega hacia ese ruido y yo no podía pensar en otra cosa que en mi extailandesa-favorita. Había mostrado tanta atención por mí desde el principio... había tanta admiración en aquellos ojos cuando me miraban que a veces me dejaba mareada, y al pensar en esto... todo el tiempo me estuvo mintiendo. ¿Por qué iba a querer ocultarme aquello de Ben? No había sido una vez solo la que le pregunté que qué pasaba, y siempre, siempre callaba.
Miré de nuevo hacia el libro y lo cerré poniendo el marca-páginas, total, ya me había desconcentrado de aquella historia y solo pensaba en la mía.
Puse los dos pies en el suelo, me levanté y seguidamente estiré los músculos de mi cuerpo. Sin ponerme zapatillas, fui descalza hacia las escaleras, las cuales bajé con cuidado, fuí a la cocina y comencé a calentarme la comida en el microondas, mientras iba cogiendo el pastillero, abriéndolo por el día que era hoy... miércoles. Al tomarme todas las pequeñas píldoras, saqué la comida del microondas, la serví en un plato y fui a comer a la terraza de la casa de los abuelos, me senté mirando hacia los pequeños rosales que estaban creciendo en el borde del jardín, aunque había más flores plantadas, a mí me gustaba ver los rosales, me recordaban a... Bueno, ya sabéis.Removí la sopa con la cuchara lentamente, miraba al cielo el cual estaba totalmente despejado, los rayos de sol bañaban el ambiente y las cigarras sonaban a lo lejos, todo estaba en perfecta armonía. Todo seguía su curso. Bajé la mirada a las cicatrices de mis muñecas, las más agolpadas en la izquierda, pero todas curadas, ninguna nueva.
Un suspiro salió de entre mis labios, di un par de cucharadas al plato de sopa que tenía delante y bebí un poco de agua. Volviendo a la pregunta inicial... ¿cómo estaría todo en Seoul? Echaba de menos a mis amigos, ¿quién me diría a mí que iba a encontrar a tantas personas que no me maltratasen o se riesen de mí? A pesar de las mentiras, Lisa había traído tantas cosas buenas a mi vida que me era imposible odiarla... Y eso me daba rabia, porque la quería, la quería de una forma tan profunda y tan dolorosa que a veces tenía que cerrar los ojos y estremecerme ínvoluntariamente al pensar en todo esto.En aquel tiempo que tuve para acabarme el plato de sopa lo pensé bien y me decidí a encender mi teléfono, quería hablar con mis amigos, no pensaba en quedarme sin ellos ahora que me ha costado tanto conseguirlos.