Capítulo 1

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Milo

Oigo los gritos de dolor de mi madre, una extraña bruma negra me rodea y termino siendo atrapado. Recuerdo mi nacimiento como si hubiera tenido conciencia siendo un bebé, ese día intentaban quitar del cuerpo de mamá a un ente maligno llamado las voces y yo podía sentirlo todo. Podría decir que es asqueroso, podría decir que me libré de ese ser, podría decir tanto, pero mentiría si declarara que una parte de esas cosas no quedo en mí. Incluso así, todos lo ignoraron y siguieron con sus vidas. Por mi parte, hice lo mismo, hasta que ayer algo me habló.

―Milo, ya levántate. ―Abre la puerta mi madre y como ve que no reacciono, se dirige a levantar la persiana―. Llegarás tarde al colegio, vamos, son los últimos días de clase, resiste un poco más. ―Se ríe.

Me cubro con la manta para que no me llegue la luz a los ojos.

―Deja dormir.

―¡No me hagas llamar a tu padre! ―amenaza.

―Pero si el gigante es una masita de pan. ―Me inclino para sentarme y agarrar los lentes de la mesita de luz―. Tú eres la peligrosa ―digo tranquilo, así que ella entrecierra los ojos, pero no me afecta su mirada amenazante―. ¿Te puedes ir? ―me quejo.

―Tu amigo Loid vino a buscarte, no seas así y levántate ―insiste.

Se forma un silencio muy largo, tanto que puedo oír mi corazón moverse por aquel brujito, el cual no tiene ni una pizca de homosexualidad en sus venas y encima tiene novia. ¿Lo peor? Yo mismo los ayudé a juntarse.

Bufo, revuelvo mi cabello ondulado y cobrizo, entonces me giro para salir de la cama. Bostezo, entonces le tiro otra mirada asesina a mi madre.

―¿Ya te vas a ir o quieres que me desnude delante de ti?

―Soy tu madre, yo te parí, no me voy a avergonzar por ver tus partes, ahora apúrate que haces llegar tarde al adorable de Loid, que se tomó el tiempo de venir hasta aquí.

―¿Te puedes ir? ―repito.

―Solo vine a advertirte, siempre andas de relajado.

Hago una pausa, pensativo.

―Ni tanto.

―¿Qué es esa contestación? ―Enarca una ceja.

Ando alterado desde ayer, así que decido preguntar.

―Sobre ayer...

Su gesto severo cambia, entonces me observa algo inquieta.

―Sé que ya te pedí disculpas, pero... es que tengo tanto trabajo.

―¿Qué pasó ayer? Solo recuerdo estar nervioso.

―Cariño, ibas a hacer tu exposición, ¿acaso no fuiste? ―expresa, sorprendida―. Creí que te importaba ir a esa universidad.

Quedo en shock.

―Yo... ¿No fui? ―No recuerdo.

―Bueno, no sé, estuve muy ocupada, quería ir a verte y no pude. Hablaremos de esto después, ahora te prepararé algo para que te lleves al colegio.

Veo que mamá se retira del cuarto y remango mi brazo derecho con el tatuaje que tengo. Curioso, se ha movido, se ve diferente. Aunque no me sorprende tanto, se modifica desde que cumplí los dieciocho. Siento como si todos ignoraran eso menos yo, pero desentender lo de ayer sí me inquieta. Recuerdo que no dormí bien anoche, algo susurró en mi oído. Aunque no tengo idea de qué fue.  

  

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Voces Oscuras: Energía NegativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora