CAPÍTULO 49

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Había salido de casa de su tía con el corazón encogido. María le había dejado las cosas muy claras y a pesar de sólo tener siete años, le había pegado donde más le dolía. Ella era su debilidad, de las pocas personas que le importaban y le había fallado. La pequeña le había ofrecido el amor más puro que pudiera existir sin exigirle nada a cambio. Si no lo perdonaba nunca, el mundo se volvería un lugar aún más horrible para vivir.

Saúl no sabía desde cuando se había vuelto tan blando y menos por alguien que medía poco más de un metro de altura. Cuando recibió el mensaje de Sonia indicando el sitio del cumpleaños, no lo dudo y fue hasta allí. Nunca había faltado a ninguno de sus cumpleaños, y ese no sería la excepción.

Lo primero que vio al entrar fue a Simón y a Adri mirándolo con cara de pocos amigos y comprobó lo que Gael le había contado. Ese chico no parecía el mismo que había conocido meses atrás, a lo mejor sí tenía algo de lo que preocuparse. Según avanzaba, se encontró con su amigo y con Sonia que sin decirle nada le advertía con la mirada, y por último, apartadas de todos, estaban Paula y María.

—...¿Con quién estás enfadada cielo?—oyó que le preguntó a la niña.

—Conmigo—Saúl no dudó en contestar.

Cuando Paula lo miró, le recordó a todos esos años en los que ella le hizo creer que no lo soportaba. Sabía lo que significaba aquella mirada, nada bueno sin duda, pero de eso se encargaría más tarde.

—¿Qué haces aquí?—el tono de voz de Paula no era cálido como él la había recordado desde hacía semanas, sino áspero, sin duda merecido.

—Creo que alguien cumple años hoy ¿No?—desvió la mirada de la madre a la hija—Aquí estoy como cada año. Claro, si tú quieres que lo haga.

—Tío Saúl...yo...Lo siento mucho, no debí hablarte así, no está bien—se disculpó.

—No importa bichillo, eso está olvidado. Todos tenemos derecho a enfadarnos de vez en cuando. Olvídalo tú también ¿Vale?

—Vale—María miró a su madre para pedirle algo—Mami ¿Te importa si hablo con él sola?

—No, claro que no—y pasó junto a él. Debido a la estrechez del sitio, intentó aguantar la respiración para no percibir su olor, pero fue débil y finalmente lo hizo.

Fue hasta donde estaban hablando Sonia y Gael. Algo había pasado entre Saúl y su hija, y seguramente Sonia debía saberlo.

—¿Alguno sabe qué ha pasado entre esos dos?—los señaló con la cabeza.

—Ni idea—Gael intuyó que debía dejarlas solas para hablar—Voy a por otro refresco.

—Paula, hace un rato en casa pasó algo—comentó Sonia sacando su móvil—Creo que deberías escucharlo.

—¿Escuchar qué? A ver Sonia ¿Qué ha sido lo que ha pasado?

—Ve al baño o a algún sitio en el que no haya nadie—le entregó su teléfono—Escucha esto—Paula no entendía nada—Después hablamos.

María y Saúl seguían hablando a lo lejos y sonrió cuando él le acarició el pelo a su hija. Miró de nuevo el móvil y se decidió a escuchar lo que fuera que estuviera grabado. Era un archivo de audio, así que lo pegó a su oreja y comenzó a escuchar. Resulta que lo que había grabado Sonia, era todo lo que Saúl le había dicho a María después de su rechazo. Lo escuchó tres veces y Paula no podía parar de llorar. Era lo más bonito que le había escuchado decir jamás y era para ella, para lo más grande que tenía, María.

Unos toquecitos en la puerta la sobresaltaron, no sabía cuánto tiempo llevaba allí metida, habrían notado su ausencia.

—Paula—era Vero—¿Estás bien? Llevas casi media hora en el baño—escuchó la puerta abrirse y tras ella vio a su amiga con la cara roja y los ojos hinchados—¿Qué te ha pasado?

A través del tiempo (2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora