CAPÍTULO 35

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Durante los días siguientes, le quitaron los puntos a María y ya podía hacer vida normal, con precaución por supuesto. También Vero había conseguido ponerse en contacto con su amigo Adri. El chico se sentía mal y se marchó a Alicante con su familia paterna, no estaba preparado para volver a hablar con Paula. A las chicas les apenó saber eso, pero era su decisión y tenían que respetarla.

Ya que María podía viajar, las dos amigas empezaron a recoger sus cosas de la que había sido su hogar durante años. En el viaje en tren, se llevarían lo indispensable y el resto de las cosas Vero las guardaría y se las llevaría al pueblo en su coche cuando fuera a visitarlas. No tardaron más de dos días en tenerlo todo preparado.

—¿Estás segura que te quieres ir? Yo no te veo nada convencida Paula.

—Sí lo estoy—cerró la maleta y la puso de pie en el suelo—La vida son etapas, y hoy cierro una para abrir otra.

—¿Y qué pasa con Saúl? ¿Ni siquiera lo vas a intentar?

—No lo sé. Necesitamos tiempo y sobre todo espacio. No quiero volver a equivocarme porque ya no estoy yo sola—señaló a María que estaba viendo la televisión ajena a todo—No quiero que nadie salga herido de más.

—Salvo tú.

—Salvo yo—repitió.

—¿Le has dicho que os vais hoy?

—No. Apenas pasa por aquí, sale muy temprano y llega muy tarde.

—Deberías decírselo—insistió Vero.

—No Vero, si lo hago jamás podría irme.

—Pronto iré a verte—abrazó a su amiga para despedirse de ella—Y te llevaré el resto de tus cosas.

—Te estaremos esperando con los brazos abiertos—la besó en la mejilla.

—¡Enana!—salió corriendo hacia la niña—Te voy a echar un montón de menos.

—Y yo a ti, espero que vengas a vernos muy pronto—María le dio un afectuoso abrazo.

—Te quiero mucho enana—se puso de pie y caminó hasta la puerta—Y a ti también. No seas tonta y piénsalo, aún estás a tiempo—le dijo bajito.

—Nos vemos Vero, gracias por todo—se abrazaron por última vez y la chica se fue.

Una hora más tarde, Paula y María estaban con las maletas en la puerta del piso dispuestas a salir de aquella casa por última vez.

—Espera mami, se me ha olvidado una cosa—la pequeña sacó de su mochila una hoja donde había dibujado algo—Ya que no nos podemos despedir del tío Saúl, le voy a regalar un dibujo ¿Crees que le guste?

—Seguro que sí, es precioso—María los había dibujado a los tres junto a un gran corazón con su nombre—Le va a encantar.

Jo, a veces no me gusta que trabaje tanto, quería despedirme de él, lo voy a echar mucho de menos.

—Seguro que os veréis pronto. Y ahora vamos, que nos está esperando el taxi, ve llamando al ascensor pero no te subas.

La niña le hizo caso y salió al rellano, mientras ella sacó sus llaves del bolso dejándolas junto al dibujo de María. Levantó la vista y observó todo por última vez con un nudo en la garganta. Había sido muy feliz ahí durante años y había vivido muchas primeras veces también. Se limpió el par de lágrimas que habían aparecido en sus ojos, cogió la maleta y tiró de la puerta para dejarlo todo cerrado. Una vez en la calle, se acercó al taxi para subir las maletas y mientras cerraba el maletero, echó un último vistazo a la fachada del edificio.

A través del tiempo (2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora