Capitulo 12

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Massimo

Abrazo a mi hijo con fuerza, necesidad y amor.

El no se queja, por el contrario me abraza de igual manera. Se que hay algo mal con el, pues no ha hablado desde que salimos del palacio. El problema es que por mas que le he preguntado si se siente bien, no me habla, solo asiente en silencio, con la mirada perdida.

No se que tanto le hicieron o por que se comporta así, lo seguro es que van a pagar por cualquier daño que tenga mi hijo.

— Hijo, háblame por favor — suplico sintiendo como su pequeño cuerpo se tensa.

Niega alejándose de mi, y toma asiento correctamente. Gruño frustrado mientras le acomodo el cinturón de seguridad.

— Señor — me llama Gianna.

— Ahora no — resoplo furioso, esta situacion esta sobre pasándome.

— Tenemos temas importantes que tratar — insiste — Necesitamos su autorización para nombrar nuestra enemiga oficial a Hanna Korsakova.

— No — espeto con dureza — Hanna es mi enemiga, no del clan.

— ¿Que? Cualquier enemigo suyo es enemigo del clan.

— Ya te dije ella no es enemiga del clan, se cierra el tema.

— ¿Y cuando los otros lideres pregunten por el responsable de la desaparición del niño?

— Les diremos la verdad — la miro con desdén — El niño estaba con su mama. Eso es lo que les diremos.

Me mira incredula.

— Esta vez te voy a hablar como tu pareja, Massimo, ¿Sigues sintiendo cosas por esa mujer?

La miro con fastidio.

— No hagas preguntas estúpidas.

— Respondeme — exige — ¿La quieres? ¿Mas que a mi?

¿Que si la quiero? Esa palabra se queda corta, hago mucho mas que quererla, pero nadie tiene por que saberlo.

— No hagas esas comparaciones si no quieres oír la respuesta — la miro con advertencia.

Tarde me doy cuenta de las ultimas palabras que use. Gianna me mira con la boca abierta y yo simplemente volteo hacia mi hijo, quien nos mira atento.

— ¿Vas a seguir mudo? — cuestiono y el aprieta los labios deteniendo la risita que estuvo a punto de soltar.

Niego con la cabeza olvidándome por completo de todos mis problemas.

— Ok, que bueno que de pequeño aprendí el lenguaje de señas — le digo incorporándome para enseñarle mis manos. Empiezo a hablarle con señas y es cuando chilla frustrado al no entender.

— ¡Tramposo! — acusa enfurruñado. Odia no ganar en todo.

— Así que no eras mudo — me burlo cargándolo en mis brazos.

— No — confiesa pensando que yo no lo sabia — Solo estaba bromeando contigo.

Entrecierro los ojos.

— No vuelvas a hacerlo — advierto serio y el asiente.

— Esta bien — responde sin ganas.

Intenta devolverse a su asiento pero lo retengo, voltea el rostro intentando evitarme, se lo que esta tratando de hacer. Quiere manipularme.

Pero esta vez no va a lograrlo, cualquier mínima cosa que tenga que ver con el me preocupa, así que no puedo permitir que haga estas bromas. Realmente pense que algo malo le había sucedido mientras estuvo en el palacio, estaba muerto de pánico pensando que pudieron haberle hecho daño.

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