Capitulo 1

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Pequeño maratón de inicio 1/2

Massimo

Dejo el coche a medio estacionar y entro a la casa dando un portazo que se escucho a el otro lado de el mundo.

— Massimo... — intenta hablar Bruno.

— ¡Cállate! ¡No quiero escucharte ni a ti, ni a nadie! — grito fuera de control.

Mi respiración es agitada.

— Massimo, se cómo te sientes — dice está vez Ethan y no puedo evitar soltar una carcajada burlona.

— Tu no sabes nada, ¡Malditamente nadie sabe lo que siento! Son unos... — me interrumpo a mi mismo al escuchar unos pequeños pasitos acercarse.

— ¿Papi?

Veo a mi bebé aparecer en la sala y grita emocionado al verme.

— ¡Papi! — corre hacia mí y me agachó para recibirlo olvidando el problema de hace unos segundos.

— Mi bebé — beso su cabeza mientras me incorporo con el en brazos.

— No soy un bebé — refunfuña furioso como sucede cada vez que le digo bebé.

— Mi bebito — canturreo caminando hacia nuestra habitación temporal.

Siempre que salimos de casa compartimos habitación, pero en casa cada quien usa su alcoba. Aunque siempre terminamos durmiendo juntos.

— Papito — canturrea.

— No me ofendes — me burlo — más bien me halagas.

Gruñe furioso.

— Agh

Me carcajeo dejándolo en la cama y me recuesto totalmente cansado.

Inmediatamente gatea hacia mi para acostarse en mi pecho.

— ¿Me amas? — pregunto inseguro rodeándolo con mis brazos.

— Te amo papi — despega su rostro de mi pecho y me mira con los ojitos brillantes — ¿Tu me amas?

— Te amo hijo, más que a nada en el mundo — beso su frente y estiró mi mano para cubrirnos con las cobijas.

Si hay una cosa en el mundo que amo mas que nada, es dormir con mi hijo. Tenerlo descansando plácidamente sobre mi pecho es la sensación más satisfactoria que pude haber experimentado en el mundo. Saber que está a salvó y conmigo, es todo lo que está bien en este mundo.

El amor que siento por mi hijo es el más grande y sincero de toda mi vida, no veo mi vida sin el, es lo más importante que tengo. Mi bebé.

— Papi — se endereza de repente.

— ¿Que sucede? — cuestiono acariciando su cabello.

— ¿Cuando volverá mi mamá? — pregunta tímido.

Mi pecho se aprieta, dolorosamente.

— Pronto — miento.

— Mientes — entrecierra los ojos — no me mientas papi, por favor.

Suspiro profundamente atrayendo su pequeño cuerpo hacia mi pecho.

— En realidad, no lo sé — confieso resignado.

— ¿No nos quiere? — su vocecita tiembla.

— No es eso — le digo al ver que está por llorar.

— ¿Entonces? Nunca la he visto, solo en la foto que me dió mi tío Ethan — solloza.

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