Hanna
Las palabras de Bruno por un momento me hacen desestabilizar, pero luego recuerdo que esto lo hago por mi hijo, nada mas. Solo voy a verlo a el, no importa quien este.
— Ok — respondo tensa.
El resto del camino lo pasamos en silencio, no se escuchaba nada mas que nuestras respiraciones pero había algo raro en el ambiente, una extraña sensación que no puedo describir. Completamente extraño.
— Llegamos — avisa, pero siento que no me lo dice a mi y lo confirmo cuando una voz de computadora le responde.
— Bienvenido de nuevo, señor Salvatore — saluda — Abriendo puertas.
Escucho un pequeño pitido hasta que vuelve a hablar.
— Puertas abiertas — informa.
Estoy sorprendida con esta tecnología, si bien, en Rusia tenemos buena seguridad tecnológica, esta es como una asistente que avisa todo.
El vehículo vuelve a arrancar, deteniéndose luego de pocos minutos.
— Dame la mano — pide Bruno y hago caso, sintiendo como me baja de la camioneta con cuidado.
La venda es retirada de mis ojos y tardo unos segundos en poder enfocar mi vista en la propiedad frente a nosotros.
Hay hombres custodiando, pero no tantos como en las antiguas casas.
— Entremos — indica tomandome la mano para caminar, ninguno de los hombres que hay aquí los conozco, pero creo que ellos si me conocen a mi porque me miran con asombro y...¿Respeto?
Eso creo, no estoy segura, lo que puedo asegurar es que no me miran con odio o rencor, que raro.
Esas miradas quedan atrás cuando entramos por la gran puerta que se abre sola, imagino que tiene que ver con la tecnología de la casa. Lo primero que pienso cuando veo esta casa es que hay muchas cosas raras, aparatos que a pesar de ser bonitos cusan curiosidad al ojo de cualquiera.
— Déjame preguntar donde esta el niño, espérame aquí — pide dejándome en una hermosa sala de estar.
Asiento, mi estomago revuelto por los nervios y me quedo de pie observando la estancia mientras Bruno sale.
Todo es elegante, pero se puede sentir un ambiente cálido y hogareño por las fotos de Kaleb. Hay pocas en las que aparece Massimo junto a el.
El sonido de unos tacones golpeando el piso de mármol.
— Hanna Korsakova — volteo lentamente encontrandome a una despampanante rubia. Vestida elegantemente, contrario a mi, que visto unos jeans, una blusa sencillas y unos tenis.
— ¿Quien eres? — pregunto fingiendo que no se quien es, es la novia de Massimo, aunque ciertamente no recuerdo como se llama, por lo que técnicamente no estoy mintiendo al preguntarle quien es.
Aprieta los labios en una linea recta, parece molesta y estoy segura de que es por mi presencia.
De tantas personas que esperaba encontrarme, ¿Por que me la conseguí a ella primero?
— Gianna Lombardo — alza el menton con orgullo — Soy la pareja de Massimo.
Asiento tranquila. No respondo nada mas y eso parece confundirla, seguro esperaba que hiciera el típico drama de novela porque sigo amando a Massimo, pero eso no va a pasar por mas que me provoque, esos momentos de inmadurez quedaron en el pasado.
— No se que pretendas con Kaleb, pero te voy a decir algo — masculla acercándose a mi, por lo que instintivamente alzo el menton de manera retadora, algo patético dado que ya de por si, con tacones sigo siendo mas chiquita que ella, hoy tengo tenis por lo que parezco un conejo delante de un tigre. Ella es muy alta — El esta muy ilusionado con esto, no lo arruines porque lo vas a pagar caro. Si tan solo recibimos alguna queja, estarás muerta, recuerda que aquí ya no eres intocable. Ahora eres una mas.
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Eterno
RomanceSomos y seremos Eternos. Nuestro amor es eterno, no importa el tiempo, la distancia, confusiones y las circunstancias. Siempre volvemos a ese punto dónde fuimos felices. No importa cuánto cueste. Nuestro amor es Eterno y eso nada puede cambiarlo.