CAPITULO 18

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La lencería roja.

ISABELLA

Nicolle me miraba con el entrecejo fruncido mientras yo caminaba por toda la habitación como un león enjaulado.

— Nosé que inventar..—me rindo tirándome a la cama.

Hace horas estaba evitando a Adam, no sabía que decirle con respecto a Bilal y el italiano estaba eufórico por hablar conmigo.

Solo lo quería mandar a la mierda.

Me miró con Nicolle cuando la puerta de mí habítacion suena y me pongo de pie para correr por la habitación sin saber que hacer.

Nicolle señala la cama tirándome a ella y me arropo con las cobijas haciéndome la dormida.

Inventar una tonta excusa para decir que no estaba con Dareck era lo más fácil, pero inventar una para negar lo que Bilal le dijo a Adam, era muy complejo.

El árabe le había dicho todo, era la palabra de Bilal contra la mia y sospechaba que Adam ya no me creía nada.

No quería que Adam se pusiera más paranoico de lo que está con Dareck.

La puerta se abre y cierro los ojos con fuerza agarrando las cobijas.

— Está dormida...—le avisa Nicolle.

— La esperaré acá para irnos.— Le avisa Adam.

Escucho como Nicolle se va y el suspiró de Adam suena en toda la habitación.

— Ya se que estás despierta—susurra y yo suspiró derrotada, incorporándome sentada en la cama.

Deja el arma en mí peinadora y se arregla el traje negro que lleva.

Clava sus ojos en las Clattleyas que adornan mí habítacion y su mandíbula se tensa.

— ¿Por qué no me dijiste la verdad?—recrimina entre dientes.

— Sabía cómo te ibas a poner..

— Isabella.. Recibes regalos de otros ¿Cómo quieres que me ponga?—musita pasándose la mano por el cabello.

— Sabes que me gustan las flores, no las podía rechazar—musito yo, acomodando mí cabello detrás de mis orejas.

El respira profundo sentandose a mí lado.

— ¿Que pasó en el club?—me presiona y me frotó el rostro.

— Lo que tenía que pasar Adam, seducir al árabe—le contesto con el tono de voz más alto.

— Aún no entiendo porque le recibes regalos..—masculla tratando de no perder los estribos.

No le contesto, y le doy la espalda para volverme a acostar.

Si lo golpeó y le digo que fue sin querer, ¿Lo creerá?

Escucho como respira profundo y abre las cortinas de mí habítacion para que entre algo de luz.

— Lo siento yo...—se empieza a disculpar—. No debí decirle eso a Misael.

— Pero lo hiciste—recrimino.

— Lo se, por eso lo siento—susurra—. Pero necesito que me contestes algo—pide encaminandose hasta mí lado para sentarse.

Miro sus ojos que tratan de descifrar los míos.

— ¿Me has engañado con Dareck Baker?—pregunta sin dejar de verme.

— No. —Miento.

Había veces que creía era muy ingenuo pará no darse cuenta de la verdad que es bastante clara.

PASIONES PROHIBIDAS: (Amores que hieren)¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora