CAPITULO 21

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Su juego, Mi victoria.

ELYAN

Eran las cuatro de la madrugada y Ailén junto conmigo nos estábamos alistando para ir a recoger el cargamento con el escuadrón.

— ¿Isabella no te ha llamado?—me pregunta mi melliza y niego.

— ¿A ti?—inquiero de vuelta y ella niega, arreglándose el cabello.

Era extraño que no llamara para verificar cómo íbamos.

Ella siempre llamaba, pero al parecer hoy era la excepción.

Me pongo la chaqueta negra y me arreglo el cabello con fijador para que se vea presentable.

— Te ves ridículo—me dice Ailén, haciendo una mueca cuando observa mi peinado.

— Cállate—le tiró una camiseta a la cara.

Ella se burla y avanza hacia mi para ayudarme a peinar.

Me cruzo de brazos, esperando que acabé.

— ¿Sabes quiénes son esas dos mujeres nuevas en el escuadrón?—le pregunto y ella niega, acabando de peinarme.

— Lo único que se, es que Misael fue quien las ingreso al escuadrón, o al menos eso dicen—se encoge de hombros.

No había visto a esas dos mujeres y por como actuó Isabella al verlas ayer, suponía que ella no está de acuerdo con que entren en su escuadrón.

Isabella era una persona que no se dejaba dominar por nadie, ni siquiera su padre, y si no se hace lo que ella dice, abrían problemas.

— Esas putas perras son unas engreídas—aporta Ailen, chateando por celular—, Quieren pasar por encima de Isabella.

Asiento, revisando mis mensajes.

— Si siguen así van a terminar muertas—digo, abriendo el closet que está lleno de armas.

— Exacto.—Asiente, agarrando sus armas.

Yo también agarró mi armamento y vuelvo a cerrar todo cuando Ailen agarra lo que necesita.

Miro mi celular, verificando si no tengo llamadas perdidas y salgo de la habitación para tomar un café.

— Llama a Isabella—le digo a Ailen.

Ella parece en otro mundo, riéndose como estúpida mirando la pantalla de su celular.

— Ailen—insisto y ella alza la vista.

— ¿Que?—me pregunta, frunciendo su ceño.

— Que llames a Isabella—le ordenó, extrañado por su de pronto uso constante del celular.

Ella asiente y cuando la quiere llamar, su celular suena con otra llamada.

— Tengo que contestar—se excusa, corriendo a la habitación.

Frunzo el ceño mirando como desaparece y me cruzo de brazos al ver que cierra la puerta para contestar.

Estas semanas estaba actuando extraño.

Bueno, siempre era rara, pero estos días lo era más de lo normal.

Me terminó el café para llamar a Isabella y cuelgo extrañado cuando me manda a buzón de voz.

¿Dónde se había metido?

No podía llamar a Misael por qué quizás la metería en problemas. Pero si el estaba como nosotros, sin saber nada de ella y decidiera llamarme a mi, nos jodiamos todos.

PASIONES PROHIBIDAS: (Amores que hieren)¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora