CAPITULO 19

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La Apuesta.

ISABELLA

Después de quedarme en la ducha más de 2 horas, decido cerrar la llave y clavar mis ojos en la gota que se desliza por la pared empañada.

Suspiró pasando mis manos por mi cabello, y corro la puerta sobresaltandome cuando veo a Adam esperándome recostado en el lavamanos.

Mi lencería roja colgaba en sus dedos y sus ojos recorren mi cuerpo despacio.

Caigo en cuenta demaciado tarde cuando recuerdo las marcas en mi tetas y su mirada sube a la mía cuando el las puede ver.

No se veía nada contento y las marcas estaban rojas, delatando que son muy recientes.

Agarro la toalla y me cubro el cuerpo ignorandolo por completó.

— Explícame de dónde salió eso—demanda arrancandome la toalla y tocando las marcas en la piel de mis senos.

— No lo sé.—Miento manoteando su mano.

— ¿No lo sabes?—pregunta con las cejas alzadas—. ¡No soy estúpido!—me grita logrando que me asusté por su tono que bien se podría escuchar en toda mi casa—. ¡Explícame!

— ¡A mi no gritas!—vocifero empujándolo hacia atrás, y poniéndome una bata que cubre mi cuerpo—. A mi me respetas—advierto.

Sus ojos brillan con furia y las venas empiezan a marcarsele de rabia.

— ¡Tienes marcas en el cuerpo de otro hijo perra! ¡¿Y te atreves a decir que te respete?!—grita enfurecido.

— ¡No sé de dónde salieron!—le grito.

— ¡Deja de mentir!

— ¡Eres tu el que me tiene arta!—trato de respirar profundo—. ¡Todos los malditos días me molestas!—mi voz se corta—. ¡Le das quejas a mí padre y yo soy la que me gano los castigos que no merezco!—doy un paso adelante más cerca de el—. También tengo que controlar todo el maldito asunto con Bilal ¡Y tu no lo entiendes, joder! Lo único que haces es ponerte de parte de mí madre.

Aprieto mis puños dándole la espalda y trato de respirar abriendo la ventana para tomar aire.

Me estaba ahogando con todo esto.

Escucho como el hombre se queda callado y yo observó las calles de New York.

— No quiero que vallas con Bilal—ordena y me frotó el rostro.

— Iré por qué es mí deber, como toda la mafia—mascullo sin voltearme—. Es mí responsabilidad como la Reina de la Mafia.

Su mano agarra mí brazo y me voltea agarrando mí mentón con fuerza.

— He dejado pasar muchas cosas, pero ya no más—advierte con ojos sombríos—. Próxima vez que pase algo así y te atienes a las consecuencias.

— No me controlas..

— ¡Soy tu novio y tengo derecho!

— ¡No tienes ningún maldito derecho sobre mí!—trato de empujarlo.

Me suelto de su agarré y el choca contra una mesa rompiendo un jarrón de flores.

— ¿Le sigues recibiendo flores?—se queja mirando los tulipanes.

Agarra un jarrón y lo tira contra la pared, destrozando las flores por completo.

Sus ojos deslilaban furia, parecía un maniático y de alguna forma me sentía insegura.

— ¡¿O...estás te las dio el general?!—destruye más flores.

El estruendo de los vidrios callendo llena toda la casa y me encojo para mí misma cuando un jarrón cae cerca de mí.

PASIONES PROHIBIDAS: (Amores que hieren)¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora