1. Audrey es molesta.

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EL RUBIO CAMINABA CON ELEGANCIA hacia su madre, quien veía sus uñas con desinterés

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EL RUBIO CAMINABA CON ELEGANCIA hacia su madre, quien veía sus uñas con desinterés.

—Madre.—Saludo con cortesía y un beso en la mejilla, su madre río un poco y revoloteo el cabello rubio de su hijo. Henry se alejó lentamente y se miró al espejo acomodando su corbata.

—Henry.— Su padre, Florian. Llegó y sonrió hacia su esposa, besando su mejilla.— Necesitas prepararte para la llegada de los nuevos inquilinos, debes recibirlos junto a Ben.— Henry asintió con una leve sonrisa y caminó hacia su habitación, luego de un rato, el rubio ya estaba preparado para recibir a los nuevos estudiantes, camino y llegó junto a Ben.

—Ben.— Saludo a su amigo con una sonrisa, el castaño claro le devolvió la sonrisa.

—Henry, amigo.— Los dos chicos comenzaron con su saludo que tenían desde chiquitos, al hacerlo casi por completo, el último paso era un pequeño apretón de manos.

—Henry.— La novia de Ben saludo al rubio, quien le dio una mirada llena de amabilidad y levantó su mano con alegría.

La limosina apareció en la vista de todos, Henry espero con una gran sonrisa en su rostro, al abrir las puertas del auto, Henry acomodo su cabello y preparo su mejor sonrisa.

Dos chicos bajaron de la limosina discutiendo por algo que Henry no comprendía muy bien, el rubio aparto su mirada y se fijó en una chica de cabello azul que dio una vuelta en su lugar.

—Chicos.— La pelimorada regaño.—Tenemos público.— Avisó.

—Solo limpiabamos.— El chico de cabello largo sonrió como si nada pasará y ayudo a levantar al chico más pequeño del suelo.

—Dejenlo como estaba.— La hada madrina pidió.— Y me refiero a que lo dejen, de verdad.— Ambos chicos hicieron caso y colocaron las cosas dentro del auto.

—Hola, bonita.— Jay se acercó a Audrey con una sonrisa coqueta.—Mi nombre es Jay.—Audrey rió.

—Bienvenidos a la preparatoria. Soy el hada madrina, la directora.— Hizo una pequeña reverencia.

—¿Es el hada madrina?— Henry pudo darse cuenta de un pequeño tono emocionado en esa pregunta.

Henry sintió una mirada y volteo observando cómo aquella peliazul lo miraba con una encantadora sonrisa, el príncipe se la devolvió con gusto.

Mal comenzaba a divagar y el príncipe prestaba atención a sus palabras.

—Es un gusto poder conocerlos, Soy Ben.—Antes de qué Henry pudiera hablar, Audrey interrumpió.

—Principe Ben, Benjamín. Será nuestro rey.

—Adoro a los príncipes. Mi mamá es una reina y eso me convierte en una princesa.— Evie exclamó.

—La reina malvada no tiene ningún título aquí.

—Lamento interrumpir.— Exclamó cansado pero lo disimulo con una sonrisa.— Yo soy el príncipe, Henry, hijo de Blancanieves y el príncipe Florian.— El rubio saludo con entusiasmo, recibiendo una mirada curiosa por parte de Evie, quien hizo una leve reverencia hacia el.

—Ella es Audrey.— Ben la presento con una sonrisa incómoda.

—Princesa, Audrey.— Corrigió a su novio.— Su novia.— El castaño claro rió.—¿Cierto, BeniBoo?

—Ben, Audrey y Henry, irán a mostrarles el lugar. Y yo los veré mañana. ¡Nunca se cierran las puertas de la sabiduría!, pero la biblioteca abre de 8 a once y como podrán darse cuenta soy exigente respecto al horario.

—Es todo un gusto conocerlos finalmente, chicos.— Ben se acercó y trato de darles la mano, pero Jay lo golpeó fuertemente en el pecho. —¡Esta es una memorable ocasión!— Exclamó al tomar la mano de Mal.— ¡Una ocasión que espero que quede en la historia!,¡El día en el que nuestros pueblos se unieron!

—O el día en el que los cuatro por fin supimos donde estaban los baños.

—¿Estuve un poco formal?

—Si un poco, bastante.

—Bueno, arruiné mi primera impresión.— Mal y Ben rieron, Henry levantó su ceja curioso y rió bajito.

—Ey, la hija de Maléfica, ¿no es cierto?

Audrey deja de arruinar todo.

Mal abrió sus ojos con sarcasmo.

—¿Sabes que? no te culpo por qué tu madre haya intentando matar a mis padres y eso. Oh, mi mamá es Aurora, la bella...

—¡Durmiente! si, oí sobre ella, ¿sabes que? yo tampoco quiero culpar a tus abuelos por qué invitaron a gente de todo el mundo pero a mí mamá no, a esa fiesta tan tonta.

—¡Ja! Lo pasado pisado.

—Seguro.— Ambas rieron con incomodidad.

—¡Okey!, ¿Que tal un paseo?

Ben empezó con su recorrido y el príncipe Henry se quedó un poco atrás para poder pedirle disculpas a Evie.

—Príncipe Henry, un gusto.

—El gusto es mío, señorita Evie. Lamento el comportamiento de Audrey, no es digno de una "princesa".— Henry susurro en el oído de Evie, que su sonrisa no podía ser más grande.

—No te preocupes, príncipe Henry, es entendible que piensen eso de mi madre.

—Sea lo que sea que haya hecho, tú no eres tu madre, Evie. Nadie puede culparte por algo que haya hecho ella, tú eres tú.— Evie se sorprendió por el acento británico que desprendía el príncipe además de su clara elegancia y cortesía, ese traje de color blanco resaltaba su hermoso y cedoso cabello rubio.

Ben aplaudió y la estatua se convirtió en la bestia, Carlos salto y el que lo atrapó fue Henry, quien solo lo miró con una leve risa.

—Esta bien, amigo.

—Carlos, tranquilo. Mi padre quería que su estatua se transformará, solo para recordarnos que todo es posible.

—Tu cabello es realmente suave.— Carlos exclamó alborotando el cabello del príncipe, quien simplemente mantiena su sonrisa.

—¿Se le cae el pelo?

—Tiene prohibido subir al sillón.

Henry soltó a Carlos con cuidado y sin parecer irrespetuoso acomodo su cabello, quedando perfecto de nuevo.

KING - DESCENDIENTES -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora