No quiero que me expulsen

96 8 8
                                    


Ninguno de ustedes llegó a la foto ese día, yo estaba herida, me sentí muy molesta. Ese sentimiento de soledad aún me acecha cuando lo pienso.

¿Qué pasará hoy? ¿Si vendrán? Por favor, vengan. No me hagan sentir lo mismo que sentí ese día.

Brandon se sentía deprimido, esa era la palabra que lo describía. Siempre había sido solitario, pero ahora se sentía solo.

Sentía la soledad en la espalda cuando estaba detrás del gimnasio en el lugar donde siempre estaban todos, donde había nacido el plan, si era sincero con él mismo, espero que alguno se acercara ahí también, pero no paso.

Vio a Saladino quitar la banca donde habían estado los demás el día de la pelea, había faltado dos días después de eso y ahora se sentía más solo de lo que se sentía antes.

Había pasado varias clases ahí, esperando, alguno tenía que venir, alguno y entonces él podría fingir que nada paso, pero no fue así.

Sus tardes eran iguales, su casa estaba vacía, no había voces peleando, no había nada más que él, su abuelo, el perro y la soledad.

Observo el desastre de las cervezas que había olvidado limpiar cuando ellos aún venían, había latas en el piso, pero ni siquiera tenía ánimos de moverse.

Los días eran iguales, solo él, lluvia y culpa.

Llegaba puntualmente a la escuela, entraba a todas las clases, solo para castigarse, dejo sus cosas a un lado en la banca vacía donde siempre se sentaba y observo el lugar vacío a su lado, algo parecido a la nostalgia lo invadió, había dejado el lugar donde ella se sentaba vacío, para que lo pudiera ocupar, pero desde que había venido a clases nadie se sentaba ahí. Observo a la rubia hablar alegre con su nueva compañera de asiento, lejos de él, casi al otro lado del salón, su risa se escuchaba hasta su lugar y ella ni siquiera lo miraba, su cabello rubio se movía con el aire a su alrededor y se sintió un idiota.

...

Contrario a Brandon, Riven y Sky se la estaban pasando increíble en las apuestas, habían decidido no ir a la escuela esa semana y parecía ser la mejor decisión de sus vidas porque habían ganado muchísimo dinero, además de no tener que lidiar con las chicas y lo que sea que fuera a pasar con ellas o con el inestable de Brandon.

—Te arregle cuatro partidos seguidos, ¿Es demasiado?— le dijo Sky a Riven acercándose a él.

Se la habían pasado apostando en el básquetbol, Sky se encargaba de las apuestas y el dinero, Riven de ganar.

—La duda ofende.

—Muy bien, empezaré a cobrar las apuestas— ambos chocan puños antes de que Riven comience.

—Tiro libre— le indica con el que iba a jugar para que empiece.

Ha pasado un buen rato y han ganado tanto que mucha gente los observa, Sky ve sus oportunidades incrementar. Hasta que después de tres partidos su último oponente le da un golpe en las costillas dejándolo sin aire.

—¿Qué diablos de pasa?— se queja Riven gritando.

—¡Es un partido callejero no la maldita NBA!— le grita empujándolo hacia atrás, pero antes de que Riven pueda reaccionar, Sky ya lo tomo por los hombros y lo despegó del chico.

—¡Sueltame! Voy a cortarle las pelotas.

—¡Ya está! ¡Ya basta! El partido termino, ¿Vale?— les indica a ambos y le da 80 dólares al otro chico —Se acabo, toma tu incentivo.

—¡Qué deje de llorar!

—Ya basta— le repite Sky al chico —Tu ganaste, ahora vete de aquí— se lleva a Riven a las escaleras antes de chiflarle a un vendedor de comida —¿Cuánto por toda la bandeja?

Amor 101Donde viven las historias. Descúbrelo ahora