¿Tenemos esperanza o no?

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Éramos nuestros verdaderos yo a los 17, ¿acaso nos perdimos en el camino?
A veces pienso mucho en ello, ¿Está soy yo? ¿Siempre he sido está persona? ¿Tú has pensado en eso?

Los chicos habían quedado de verse muy temprano al siguiente día, como una muestra de sincera paz, Sky los había invitado a desayunar, los tres comían en silencio, Brandon había terminado enmedio de Riven y Sky, esto para desgracia del rubio, pues lo último que le faltaba era escuchar a los otros dos pelear como niños estúpidos.

—No me agradas— le dijo Riven a Brandon luego de un silencio largo, Sky lo miro mal.

—Lo sé, no importa, estoy acostumbrado— respondió el castaño metiéndose más comida a la boca, antes de girarse a mirar a Riven.

—Oigan, tranquilos, no tenemos que amarnos— los interrumpió Sky dejando de comer —Seamos pragmáticos, tenemos un objetivo común y estamos juntos en esto— le dió un trago a su bebida antes de continuar agradeciendo que ninguno de los dos se quejará —Hablaré con las chicas, Brandon, encárgate de Helia— el castaño acepto apenas, de todos modos él tenía gran parte de la culpa de la separación del grupo y no tenía mucho para negarse.

Camino hacia la oficina de Helia que estaba cerca del gimnasio, hubiera preferido acompañar a Sky para ver qué responderían las chicas, estaba por llegar cuando escucho un gruñido adolorido antes de simples gritos de histeria, se pregunto que tan grave había sido la lesión de Helia para sacarlo del juego para siempre.

—¿Interrumpo?— pregunto abriendo la puerta sin permiso encontrando a Helia con un desastre al rededor.

—¿Qué quieres?— preguntó cortante.

—Pensé que podríamos compartir— murmuró Brandon antes de sacar su cantimplora de alcohol antes de sentarse frente a él.

—¿Por qué siempre actúas como si fueras un traficante?— pregunto el profesor observandolo con detenimiento.

—Como quieras.

Helia observó como se ponía de pie para salir mientras tomaba su bebida y solo Dios lo sabía, pero vaya que necesitaba un trago.

—Detente— Brandon se giró hacia él al tiempo que Helia extendía el brazo para tomar la cantimplora y dar un sorbo largo.

—¿Oye que te pasa? ¿Tienes algún trauma?— Helia lo observó con sorna —¿una herida? ¿Te lastimaste y tuviste que dejar el basquetbol?

—¿No deberías hablarme de usted? Ya que tienes 17 años, por lo que he observado así funcionan las cosas aquí— intento desviar el tema y Brandon simplemente se encogió de hombros.

—No para mí, nadie espera nada de mi así que puedo hacer lo que quiera.

—¡Que afortunado!— se burló Helia —¿Por qué viniste? ¿Me elegiste para ser tu amiguito?— siguió en tono burlón.

—Solo me diste curiosidad— respondió el castaño inclinándose hacia él, ladeando un poco la cabeza —¿Qué te pasa?

—Mira, dejemos esto claro, odio a los adolescentes, yo me odiaba cuando era uno, soy el menos indicado para ser maestro y tampoco sirvo para guiar a los jóvenes por el buen camino— luego de eso le dió otro trago al alcohol —Te lo digo en caso de que creas que esto será como la sociedad de los poetas muertos, no cambiaré tu vida.

—No podrías ni aunque quisieras, relájate.

Después de un largo silencio dónde Helia intentaba descifrar a ese muchacho, Brandon sonrió de lado.

—Ya que estás aquí te escucharé— respondió Helia luego de un rato.

Pero Brandon se puso de pie —No, no te preocupes por mi, se nota que lo necesitas más.

Amor 101Donde viven las historias. Descúbrelo ahora