Sesenta y nueve.

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Ella se sentó en mi cama y me preguntó que por qué no fui a la escuela. Pasaba la mano por mi cabello y me miraba como si fuera especial, pero a mi mente llegó el chico y me arruinó el momento.

--¿Quién te trajo a casa hoy? --le pregunté fingiendo que no me interesaba.

--Se llama Pablo--contestó con una pequeña sonrisa.

--Me dijeron que los vieron muy juntitos y se veían felices.

--Tranquilo que yo no soy su tipo.

La miré a los ojos y quise que ella pudiera verse a través de mí.

--Tú eres el tipo de cualquier chico, eres hermosa, inteligente y talentosa.

--Pero sigo sin ser su tipo.

--¿Por qué lo dices?

--Porque a Pablo no le gustan las chicas.

Oh, ya no me cae tan mal ese Pablo.

Siempre te améDonde viven las historias. Descúbrelo ahora