Capítulo 6: Bajo la máscara

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DOMINICK

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Ser un prodigio a veces puede ser fastidioso. No digo que no me guste que me alaben por todo lo que hago. Me encanta. Disfruto ser el centro de atención. Si me ligo a una chica, lo aplauden, si rechazo a una, lo aplauden, si hago un gol o una canasta, lo aplauden, si gano una pelea, lo aplauden. No obstante, hay algunas veces en que ser el centro de atención, puede ser molesto.

Tengo una familia normal

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Tengo una familia normal. Con una mamá, un papá, dos hermanos. Somos clase media. Vivimos en los suburbios, en Barrio Colina. Nuestra casa no es lujosa, pero tampoco es fea. Cada vez que sale una consola, me la compran y nunca me han faltado balones, buena ropa, o unas tenis buenas. Fui a la escuela de Barrio Lala, una escuela normal.

Admito que tengo una vida bastante fácil. El lío es cuando a papá se le ocurre ponerse violento. El tipo es un hijo de puta. Es esa clase de personas que golpea a su mujer el domingo, luego de que su equipo perdió el partido de fútbol, para luego llegar el lunes, con pollo frito, haciendo como que nada pasó. Es el tipo de persona que le grita a mi madre por celos, pero que se va de putas cada quincena.

Cuando mamá empieza a llorar, cuando mis hermanos comienzan a tener miedo, debo que estar ahí para darles fuerza. Es ahí cuando, aunque no lo quiera, tengo que ser el pilar, el centro de todo. El Dominick genial y altanero es real, es lo que soy, pero también, es lo que tengo que ser, pues esa confianza y seguridad es lo que hace que mi familia tenga alguien en quien encontrar consuelo.

Mis frases despreocupadas, hacen que mamá vuelva a sonreír. Mis comentarios arrogantes, hacen que mis hermanos piensen que soy cool. Ellos quieren ser como yo, mi madre está orgullosa de que sea el primero de mi familia en acudir a un colegio privado. Si Dominick se cae, ellos también. Incluso el imbécil de mi padre me felicita por mis logros, pero es principalmente porque así puede presumirles a sus hermanos que su familia es más exitosa.

Papá es un fraude. Es un faro en la calle y oscuridad en la casa. Cuando llegan visitas, es cuando aprovecha para hacerse el tipo amigable y de esa forma reconciliarse con mamá. Compra el perdón de mis hermanos con regalos. Yo los acepto, porque, ¿quién no quiere un videojuego nuevo o ropa de marca?, pero a veces preferiría no tener nada de eso y que solo nos dejara en paz.

Pero sin él, mamá se desmorona. Es increíble como con palabras la vuelve a engatusar, una y otra vez, al punto en que luego de veinte años de matrimonio, ella sigue estando enamorada. De seguro de él heredé la labia. Nadie sospecha nada y eso también es mi culpa, pues al igual que él, yo también oculto todo bajo el tapete.

A diferencia de Axl, que va por ahí dándole lástima a todos y beneficiándose de su compasión, yo no soporto que me vean siendo débil. Pese a que en ocasiones soy algo odioso con él, en el fondo no me cae mal. De hecho, su terquedad fue el motivo por el que decidí ser su amigo. Le tengo algo de respeto. Sé que en algún momento se hará fuerte. De hecho, en parte soy tan fastidioso con él, porque sé que eso lo motiva. El tipo no cede, no se rinde.

El Péndulo de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora