CAPÍTULO 1

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El tiempo ha trasncurrido...

Namjoon

Caímos de golpe creando una densa niebla de tierra en aquella serranía entre montañas. El ser oscuro estaba dando batalla, sus golpes lograban impactarme.

Lo tomé del cuello y con una fuerza descomunal lo arrojé a metros de distancia haciendo que su cuerpo barriera el suelo, arrasando con las hierbas en este.

Se levantó elevándose con sus enormes alas negras llegando frente a mí.

-¿Creíste que no notaríamos tu presencia?.- Leviatan aterrizó guardando las alas.

-Así fue, no me notaron hasta que yo quise que lo hicieran.- Me burlé en su cara.

-Dile a tu patético Dios que deje de mandar a su perro faldero a espiarnos, porque solo eso eres, un despreciable sirviente.- Su mirada llena de arrogancia me observó detenidamente.

-Yo soy hijo, no un sirviente como tú asqueroso y repugnante.

-Vuelve con ese dictador que llamas "Padre" y deja de joder, no querrás que se repita lo mismo que pasó con los moabitas.- Me amenazó, el maldito se atrevió a hacerlo.

-¡NO TE ATREVAS A AMENAZAR A UN ARCÁNGEL DIVINO!.- Mi mano fue a su cuello y lo levante en el aire, apretándolo tanto que este se quejaba y sonreía al mismo tiempo.

-A-apretá...más fuerte.- Jadeaba al hablar con dificultad. Sin duda estaba desquiciado. Lo dejé caer de golpe y este se levantó a como pudo.

Sin esperar ni un minuto más, gire cual remolino y desaparecí de su campo de visión. No quería que éste me siguiera.

Tiempo después...

Ha pasado tiempo desde que dejé mi hogar, en el reino celestial.

Tuve que tomar completamente la forma de un hombre humano, ocultando mis alas, mis ojos grises y mi cabello rubio.
Cambie mi aspecto por uno menos llamativo. Tenía esa habilidad y ahora lucía diferente. El cabello castaño, ojos cafés, y atuendo de un poblador de la zona, un fariseo.

Después de la pelea con Leviatan, tuve que esconderme para que pensaran que estaba de vuelta en mi hogar.

Los meses que estuve escondido entre las ruinas del ostentoso infierno. Obtuve información sobre lo que busco; aquel ser no estaba allí con ellos. Los demonios además de despreciables, son muy listos.
A la criatura la escondieron entre los humanos.

Por eso, heme aquí caminando en la tierra de Jerusalén.
He recorrido incontables aldeas y pueblos. Grandes ciudades en busca de está, aún siento su energía, pero hay algo que la obstruye para evitar que llegue a ella.

Esta misión tenía sus ventajas, una de ellas es que podía disfrutar del mezón de los humanos. Las frutas que padre creó para ellos son deliciosas.

-¿Cuánto por está manzana?.- Pregunté a un comerciante qué tenía su puesto en el mercado.

-3 ases.- Fué su respuesta.

LAS 7 GEMAS DEL DESTINO    La SagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora