CAPÍTULO 8

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PAOLA

El Tevet estaba por terminar, pero el frío parecía aumentar en los últimos días.

Deseaba sentir el calor que emana el cuerpo de aquel varón, pero él no hacía más que evadir el deseo que crece entre los dos.

Si me desea, ¿Por qué no me toma justo ahora? Tal como tomaría un hombre a la mujer que recién desposo y en su lecho arrebatarle su virtud. Quería que lo hiciera, pero no se atrevía a tocarme.

Estos días no había hecho más que limitar el contacto entre nosotros.
Como si tocarme le pudiera contagiar lepra, de esa forma estaba evitandome.

Es por eso que escapé del rahab aprovechando que Joon fue al mercado de la aldea, me encontraba caminando por el bosque helado. La nieve dificultaba el caminar, pero no quería estar en el mismo lugar que él en este momento.

-Lucifer, Mammón,
Asmodeo, Leviatan, Beelzebub, Belfegor.- Comencé a mencionar los nombres de seres demoníacos y del amo Lucifer -Astarte.- Pensaba cuando volvería por mi.

Camine repitiendo una y otra vez los nombres demoníacos de alto y bajo rango. Era mi deber conocerlos.

Mi pie se enterró más de lo esperado en la nieve, ejercí algo de fuerza para sacarlo y perdí el equilibrio yéndome hacia atrás. Esperaba que mi espalda tocará la fría nieve, pero no fue así.
Alguien me sostenía.

-Pequeña damisela, ¿Estás perdida?- Un demonio, lo sabía porque ni siquiera se molesto en ocultar sus ojos completamente negros como la noche.

-¿Leviatan?

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-¿Leviatan?

-Vaya te acuerdas de mí.- Una sonrisa maquiavelica apareció en su cara. -¿Qué haces en el bosque?

-Quería explorar.

-Eres una joya preciada para el amo, no debes estar sin protección.- Su expresión cambió.

-Astarté me dejo protegida.

-Astarté es estúpida.- Expresó con fastidio. -¿Cree que un asqueroso humano podrá cuidarte? No lo creo.

-Estoy bien, puedes irte al infierno.- Arquee una ceja.

-No cabe duda que te hicieron verdaderamente hermosa.- Con una mano enmarco mi cara apretando ligeramente mis mejillas. -Debería ver completa la creación de Asmodeo.- De sus dedos se extendieron garras filosas dispuestas a romper cada prenda que me cubría.

-No, no tienes derecho.- Mis ojos verdes intensificaron su color. -No puedes tocarme, lo sabes.

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⏰ Última actualización: Apr 26 ⏰

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