I - Sobre cómo empezó todo

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Cómo o en qué momento nuestra música llegó a Japón, no lo sé. Que yo sepa, la masividad nunca fue nuestra aspiración, en realidad el papel de superestrellas no nos queda; tocamos, sí, para ganarnos la vida, pero principalmente lo hacemos por gusto, por diversión, nada más que por eso, el resto vino por añadidura. Pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte no hemos dejado de notar que un creciente número de seguidores japoneses no duda en mostrar su entusiasmo con respecto a nuestra música. Miento si digo que somos una banda de culto en ese país, pero populares sí somos. El caso es que por algún motivo nos hicimos de cierta fama allá y nosotros ni enterados. Entre más me pongo a pensarlo más extraño me resulta pues, dejando de lado la obvia separación geográfica y lingüística entre nuestros países, me es muy difícil creer que, dada la cantidad de excelentes bandas que hay allá, el público japonés, o al menos una fracción de éste, se haya tomado el tiempo y la molestia de escucharnos. Pero era verdad, nosotros lo estábamos viendo con nuestros propios ojos.

Hasta aquí, todo bien, verosímil dentro de lo que nuestra perplejidad nos permitió admitir. Pero la novedad no duró mucho, pasó un tiempo, no sé si corto o largo, para que empezáramos a olvidar el asunto, a darlo por hecho o a dejar de cuestionarlo. Alguna vez uno de nosotros dijo, improvisando y bromeando, que a lo mejor todo se trataba de una moda pasajera, y como nadie pudo objetar nada, terminamos por darle la razón.

Repito que no sé cuánto tiempo pasó entre una cosa y otra, insisto, así mismo, que nunca tuve claro qué fue lo que pasó, ni entonces ni ahora.

En realidad todo empezó cuando Javier, nuestro baterista, que también sabe algo de japonés, comenzó a notar la repetición de algunos comentarios, pocos pero certeros, llegando a lo acusatorio según el tono con el que se los leyera, que porfiados no dejaban de señalar el parecido, en estilo y sonido, entre nuestra banda y otra más. Uno de ellos, el que mejor se expresaba, decía así: «Estos chicos son como la versión masculina de Scandal, ¿no les parece?» En principio, no supimos si el sentido de la comparación era negativo o positivo, lejos de acusarnos de plagio, que no pocas personas hallaran similitudes entre nosotros y esa otra banda parecía un intento de querer comunicarnos algo, qué cosa no lo sabíamos. Por otra parte, el nombre Scandal no nos decía nada, ni siquiera a Javier, que entiende más de estas cosas que el resto de nosotros.

En los días que siguieron, sin comprender aún nuestro asombro, yo estuve haciendo mis averiguaciones. No encontré gran cosa. Es decir, en lo que atañe a nosotros, nada que pudiera explicar nuestro asunto con ellas. Me di el tiempo para escuchar un poco de su música y leer algunos datos biográficos, detalles de veracidad cuestionable recogidos en foros abandonados, videos viejos y publicaciones en páginas inactivas, además de confusas traducciones de entrevistas del japonés al inglés y posteriormente del inglés al español. Pude notar ciertas similitudes en cuanto al estilo y carácter de ambas bandas, paralelismos entre nuestras discografías, se me ocurrió algún parecido entre nuestras personalidades, pero todo esto a condición de admitir que la comparación era forzada.

A pesar de todo, trataba de no interesarme demasiado, tenía cosas más apasionantes en la cabeza. Había adquirido hace poco un nuevo bajo y estaba ganoso de probarlo en el estudio, pero no se me ocurría cómo sugerírselo a los otros, aparte del hecho indiscutible de que nadie en esos días andaba inspirado, yo creo que por eso nos entregamos tan fácilmente a la curiosidad y a la sorpresa. (No me di cuenta sino hasta mucho después de que el sentido de esto no consistía tanto en lo que éramos nosotros para ellas, sino en lo que ellas fueron para nosotros, en su posibilidad de descubrimiento, engaño o salvación.)

Otro par de días se deslizó con una levedad atípica hasta que recibimos la noticia que todos, de un modo u otro, estábamos esperando. Traducción de Javier mediante, el correo electrónico explicaba que ellas también habían estado recibiendo comentarios que las colocaban como nuestras contrapartes femeninas. Entendí que para ellas la barrera del idioma también fue la primera razón de extrañeza, quise pensar que tampoco entendieron el sentido o propósito de la comparación, que todo esto era cualquier cosa menos una coincidencia. Hasta el final, después de los términos amistosos con que ellas se expresaron, fue la última frase la que nos dejó pensando: «Con toda honestidad, nosotras pensamos que ustedes son músicos muy talentosos, por lo que nos gustaría volver a saber de ustedes en el futuro. Hasta entonces, estaremos esperando ansiosamente.»

Los desconocidos perfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora