(Me sorprende que Javier se las haya arreglado para llevarse de paseo tres días seguidos a las chicas alrededor de la ciudad, siendo que lo poco de interesante que hay se puede ver en poco menos de media hora.) Unos cuantos días después por fin nos reunimos para hacer lo que se supone que dos bandas harían en condiciones normales. So pena de expulsión de la banda —ya sabes, Javier y sus métodos histéricos—, todos y cada uno de nosotros ajustamos nuestras agendas para dedicarnos exclusivamente a a lo que pudiera pasar este día, no se aceptaban reclamos ni sugerencias.
De pie, a pocos metros del estudio, bostezando, esperé que Sebastián llegara para abrir. Revisé de nuevo mi teléfono, no me había llegado nada aparte de los mensajes de Javier y Samuel avisando que irían por las chicas. Se me ocurrían tantas cosas, empezar por juntarnos y no hacer nada. Al poco rato Sebastián llegó y los dos entramos, comenzamos a encender los aparatos y a preparar el lugar para cuando el resto llegaran, que tratándose de Samuel y Javier, los dos reyes de la puntualidad, bien podía ser dentro de cinco minutos o en cinco días hábiles.
—¿Tú crees que escribiremos una nueva canción o haremos un cover? —me preguntó Sebastián mientras deshacíamos el entrevero de cables en el suelo.
—Ambas opciones suenan bien.
—Yo digo que hagamos una canción que una mitad esté en japonés y la otra en español, así todos tenemos una oportunidad de cantar, aunque sea unas pocas líneas.
—No estaría mal —asentí.
Tomé mi bajo y me senté en un banquillo para afinarlo, pensando en las infinitas posibilidades que se abrían ante nosotros, por una vez me animé a creer que la presencia de las chicas con nosotros nos reportaría algo bueno. En eso estábamos cuando de repente fuimos interrumpidos.
—¡Ya llegó por quien lloraban! —anunció Javier, abriendo la puerta de una patada.
Entró seguido por Samuel y las chicas, que rápidamente se dispersaron por el estudio, desordenando los equipos que Sebastián y yo con tanta dificultad habíamos limpiado y organizado. Suspiré molesto. En eso, Samuel me codeó el costado.
—Fuimos a desayunar y el pibe se tomó como ocho cafés de olla él solo —explicó.
—Eso explica por qué parece que tiene un cohete en el pantalón.
Él soltó una carcajada. —¡Exactamente!
Dejó su estuche en el suelo y extrajo su guitarra, que también procedió a afinar, de pronto el estudio se llenó de los ruidos discordantes de todos los instrumentos, impidiendo que pudiéramos hablarnos como no fuera a los gritos, e incluso así no bastaba para escucharnos.
A pesar del desorden repentino, las risas inundaron el estudio, disipando mi frustración inicial. Las chicas, entre risueñas y animadas, comenzaron a hablar de sus ideas para la nueva canción. Mientras tanto, Javier se encargó de preparar una cafetera improvisada con el entusiasmo de alguien que ha descubierto la fórmula secreta de la felicidad. Sé que pensé que esto era una pérdida de tiempo, sólo no sé hasta qué punto tuve razón.
Al cabo de un rato cada quien se acercó a la persona que tocaba su mismo instrumento, los primeros minutos de ensayo (en realidad no sé qué estábamos haciendo, así que diré que era eso, un ensayo) transcurrieron accidentados, sin nadie sabiendo qué hacer y todos tocando al mismo tiempo cosas distintas, hasta que Samuel exigió orden.
—A ver, así no vamos a llegar a ningún lado —se frotó el puente de su nariz con impaciencia—. Che, Javier, ¿exactamente, qué querés hacer con ellas?
—Ah, eso... Escuché que habrá un pequeño festival de música el siguiente fin de semana, es todo muy casero, cualquiera puede inscribirse y tocar, así que pensé que sería una buena idea presentarnos.
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Los desconocidos perfectos
ФанфикDos bandas de diferentes países se encuentran gracias a un extraño juego del destino. Dos viejos conocidos vuelven a encontrarse. U n sueño y una promesa que se creían olvidados afloran entre ambos, el único desenlace posible es... (Segunda parte...