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La noche cubría toda Puebla de los Ángeles y las familias dormían plácidamente, reposando energías para el siguiente día de sus vidas.

Todos hacían lo mismo a excepción de una mujer cuyas botas negras sonaban en el oscuro pasillo. Tn caminaba como un alma en pena en su hogar.

El tacon de sus botas dejo de sonar al pararse frente al gran e imponente altar en la entrada, donde su pintura había sido agregada junto a la de sus otros familiares fallecidos.

El olor del cempasúchil la transportaba directamente al último día de muertos en su hogar, aquel donde su compromiso había sido anunciado ante la sociedad. Caminando sin rumbo por la oscura propiedad llego al gran salón, y la tonada de tango qué había bailado con Leo penetro sus odios.

Había pasado ya tanto tiempo desde ese día, pero aún podía recordar perfectamente cada melodia, cada olor, cada paso y dispuesta a seguir rememorando camino hacia aquel que una vez fue... Su lugar favorito en todo el mundo, su querida biblioteca.

Suspiro al verse rodeada de tantos y tantos libros que no pudo evitar ver a su yo pequeña caminando entre los pasillos, soñando con ser tan grande como para alcanzar los libros más altos.

Finalmente llego a la habitación de su durmiente padre, lista para finalizar su recorrido abrió la puerta y contempló a él durmiente Antonio y su esposa la cual a siete años de haber visto dormida junto a él, seguía ahí con la diferencia de que ahora un pequeño bebé dormía a lado de la cama, en su propia cuna.

-hola hermanito-dijo acercándose a la cuna para arropar mejor al niño-qué duermas bien pequeño tn-(versión masculina de tu nombre)-buenas noches papá, descansa-dijo para salir nuevamente de la habitación.

Al cerrar la puerta camino directamente hacia si habitación, aquella qué tenía 7 años sin ser habitada. Contempló su vestido de novia el cual con cada día de muertos qué venía a visitar a su padre se encontraba más y más lleno de polvo. Esto no importo y simplemente uso la ventana para salir de la casa.

-sigo sin entender porque haces esto... Es raro-Leo recargado sobre la pared hablo apenas los cuervos negros tomaron nuevamente la forma de su esposa.

-yo sigo sin entender porque insistes en acompañarme-respondió la dama de negro.

-el sol esta por salir, es hora de irnos-cambio repentinamente el tema para subir a pesadilla.

-si patrón-respondió burlona subiendo a la brava-faltan unas horas aun-¿porque tanta prisa?-

-por si no lo recuerdas, hoy es día de ser padre-dijo para después silbar u abrir un portal.

-a si-fue lo único que respondió mientras seguia a él charro negro atraves del portal.

Una vez cruzado ambos bajaron de los animales.

-te invito a comer-dijo Leo esporadicamente.

-¿perdón?-preguntó

-bueno se supone que estamos casados ¿no es lo que hace?-

-haber-intento no reír-¿estamos casados? si ¿nos llevamos un poco mejor que hace siete años? Definitivamente pero eso no quiere decir que vaya a comer contigo o hacer alguna de esas estupideces-

-la verdad es que no entiendo que tienes contra mi-

-ammm no se ¿tal vez que me compraste?-

-pero hace ya tanto que perdonaste a las personas que te vendieron ¿porque a mi no?-preguntó sin embargo la respuesta de la mujer se vio interrumpida por la infantil voz.

-PAPI-

-Ahí esta mi princesa-Leo dejo de lado la conversación para cargar a la pequeña azabache-¿terminaste tus deberes?-preguntó

casada con el charro negro. (primera Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora