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La lluvia arrecio aun más cuando tn llego a la hacienda, Teodora ya estaba ahí esperándola con una toalla, toalla qué fue rechazada.

Tn corrió directo a su habitación sin importarle el qué estaba dejando un charco de agua a su paso. Al entrar a la habitación salió directamente al balcón sintiendo las agresivas gotas del agua cero caerle directamente en la cara.

Necesitaba aclarar su mente ¿como podía ella amar a Leo? ¡Era imposible!

-¿esta bien patrona?-preguntó Teodora al entrar a la habitación y ver a su patrona con el rostro hacia el cielo.

-lárgate-susurro

-¿como?-preguntó Teodora al no escuchar.

-DIJE QUÉ TE LARGUES- se dio la vuelta mirando a su dama de compañía.

Teodora nunca había visto así a la patrona, se veía tan espeluznante. Sus ojos se habían tornado de rojo y podría ver unas cuantas venas negras resaltar de su cuello. El veneno de la maldad recorriendo su torrente sanguíneo.

Rápidamente salió, ella ya se había topado con la furia del charro negro en más de una ocasión, si la furia de su esposa era minimamente parecida, entonces definitivamente no quería estar cerca. Al cerrar la puerta pudo escuchar como ella destrozaba todo a su alrededor, podía escuchar perfectamente el crujir de la madera del librero, o tal vez el tocador no lo sabia. Aun así ella no volvió a entrar.

Camino hasta la cocina, al entrar ahí sonrió al ver a la pequeña toñita tomar del atole qué María preparaba, mientras rosario arreglaba su negro, lacio y abundante cabello, definitivamente sería hermosa de mayor... Solo esperaba que en el futuro no estuviera tan corrompida como sus padres.

-Teodora-saludo con emoción-mi papi dijo que me hicieran mi atole favorito ¿Quieres?-preguntó ofreciendo su taza.

-gracias nena, pero prefiero servirme uno para mi. Así te acabas el tuyo y creces fuerte y bonita-la pequeña sonrió.

Caballerizas

Dimitrio veía la lluvia caer con intensidad mientras los caballos lo miraban como "aquel extraño qué no debería estar ahí" atrapado por la lluvia, definitivamente no debería estar ahí.

Suspiro mientras acariciaba el tatuaje en su muñeca, era una T, sin significado para muchos... Con mucho significado para el, de nueva cuenta frorzo la vista entre la distancia y el agua cero enfocando la casa grande, lugar donde su pequeña seguramente estaba siendo mimada y adorada por todos quienes trabajan dentro.

Pará nadie era un secreto qué la pureza de Toñita había robado el corazón de todos en la hacienda, tan diferente a sus padres... Tan igual al joven, energético y alegre Dimitrio... O al menos al viejo Dimitrio, aquel que no tenia el corazón roto y vivía para amar a Xochitl. Definitivamente el error más grande que pudo haber cometido alguna vez.

-¿de nuevo atrapado en la lluvia?-escucho la voz de Mariano, sabía que el capataz eventualmente lo encontraría así que a diferencia de las otras veces, no sintió un espasmo del susto.

-¿como sobreviviste al desamor?-preguntó sin saludar.

-¿porque la pregunta?-dijo quitándose el sombrero y el chal mojado-no me digas que estas con mal de amores-dijo entrando al corral donde el potro de "pesadilla" y "la brava" se encontraba.

-algo así-suspiro-las mujeres son un caso-

-ni que lo digas-respondió comenzando a dar mantenimiento a las pesuñas del potro.

-¿como lo hiciste? Es decir... Todos saben que llegaste aquí únicamente por la patrona, pero ella... Ella simplemente te alejo, condenaste tu vida aquí y ella te olvidó. Pero ahora hasta te vas a casar, conseguiste un final feliz después de todo ¿como?-

casada con el charro negro. (primera Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora