Duda de decisiones

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Estaba en su cama mirando su sombrero, casi nadie sabía el como lo consiguió, no era que no les gustara contar la historia, pero solo la narraba a quienes preguntaban.
Se lo había dado el hombre al que veía como un verdadero padre e ídolo el cual seguir, le dio un sueño y cuidó de él en el tiempo que estuvieron juntos, lo extrañaba bastante, pero no podría verlo hasta convertirse en el Rey De Los Piratas, cosa que le desanimaba, porque viendo como estaban las cosas, eso estaba lejos de pasar.

Se levantó, colocándose su sombrero y fue a cubierta, estaba atardeciendo, se sentó en el pasto del Sunny, había una brisa refrescante y aquel pequeño viento le sacó una sonrisa al capitán, pero algo perturbaría esa paz.
Por todo el barco resonó un fuerte grito de la navegante, llamando a Monkey con enojo, solo pasaron pocos segundos para que la pelirroja estuviera en la cubierta, junto con los demás tripulantes que querían saber qué era lo que había pasado, exceptuando a la arqueóloga, que iría luego de terminar el capítulo de su libro.
–¡Maldito, idiota!–lo tomó de la camisa, obligándolo a pararse–¡Derramaste café sobre los mapas!
–¿Que? ¡Yo no hice eso!
–¡Y si no eres tú! ¡¿Quien sería?! ¡Siempre arruinas todo y ahora estropeaste 4 de mis rutas! ¡Tendré que volverlas a hacer por tu culpa!
–¡No fui quien derramó el café! ¡Y yo jamás he echado a perder algo!
–No mientras, Luffy–habló Usopp–Una ves rompiste 3 inventos en los que Franky y yo estuvimos trabajando.
–Y esas piezas eran super importantes–regaño el de cabello azul, recalcando la quinta palabra.
–También te metiste a mi enfermería y por "accidente" mezclaste mis medicinas, tuve que desecharlas todas–reprochó Chopper.
–Sin contar la ves en la que casi tiras todo el almuerzo de la mesa porque te caíste, llevándote el mantel contigo, ¿sabes cuanta comida se hubiera desperdiciado por tu estupidez como capitán?

Y de repente todos los que habían hablado hasta ahora, comenzaron a reprocharle cada error que cometió, desde los más pequeños hasta los que verdaderamente los comprometieron.
El de sombrero, con tantas voces molestas regañándolo, trataba de escucharlos a todos, pero tenían demasiadas cosas que decir y tan rápido, ¿verdaderamente todas esas veces había arruinado todo? Él solo quería divertirse con sus Nakamas, no dañar ninguno de sus esfuerzos o proyectos. Su respiración se había vuelto irregular y sus manos comenzaron a temblar, pero todo aquel vocifero paró, cuando Robin llegó.
–¿Que está pasando?–la navegante soltó de la camisa al azabache.
–El hijo de puta de aquí, derramo un café entero, en mis mapas.
–¿Café?–la de cabello negro pareció pensar, hasta parecer darse cuenta de algo–Oh, Nami, no fue Luffy, fui yo, coloqué mi taza cotidiana en el mueble al lado de tu trabajo, con las turbulencias del Sunny, se debió de haber derramado, lo siento mucho.
–Oh, está bien–la navegante suspiró–No te preocupes, no me cuesta nada rehacerlos.

A los pocos minutos, todos se habían dispersado, como si el asunto hubiera dejado de ser importante al no ser el Monkey el culpable, fue a su habitación y se encerró allí, al momento de juntar la puerta, se desplomó, sentándose en el piso, apoyando su espalda en la cama, tantos pensamientos en su mente, principalmente recuerdos, ¿en verdad estaba haciendo tan mal trabajo como capitán? Todos parecían tener algo por el que quejarse, se sentía tan decepcionando de él mismo, no aportaba nada su propia tripulación, claro, era fuerte y vencía a enemigos con un nivel monstruoso de poder, pero él no era el único en hacer eso, todos habían estado entrenando duro, podrían sobrevivir sin el.

Abrazo sus rodillas y ocultó su rostro en ellas, se sentía increíblemente mal, claro que todos ellos lo habían reprendió antes, pero por cosas recientes, en esta ocasión, explotaron, de verdad estaban furiosos, desde siempre había sido alguien torpe y admitía ser algo estupido, pero esperaba que sus Nakamas comprendieran todo esto, que supieran que no lo hacía con la intención de provocarlos o fastidiarlos.

No supo cuánto tiempo estuvo al borde del llanto, hasta que alguien tocó la puerta, rápidamente se levantó y prendió una luz para iluminar la habitación, al percatarse que ya era de noche, respiro hondo y fue a abrir la puerta, era Zoro.
–Hola, ¿qué pasa?–le pregunto con la mejor sonrisa fingida que podía dar, para no preocuparlo.
–El Cejitas te llama a cenar, dice que si esta ves te atreves a no ir, no se molestará en cocinarte mañana.

El de sombrero suspiró, tenía hambre, pero no quería tener que encaminarse y sentarse a la mesa con personas que parecía molestarle su mera presencia.
Terminó por ceder y entró al comedor con la cabeza baja, mientras se acomodaba en su lugar, nada parecía haber cambiado con su audiencia, todos seguían metidos en su propio mundo, se sentía ajeno.
–Oye, Luffy–llamó Brook, haciendo que su capitán, por fin levantara la mirada para observarlo.
–¿Mh?–expresó aun con comida en la boca.
–¿Por que estos días te has saltado tantas comidas? Si sigues así, terminarás en los huesos–bromeó, siendo acompañado por su risa clásica.
–Es cierto, pasaste de robarnos comida a casi ni tocar la tuya–mencionó esta ves el espadachín.
–Yo sintió que por fin cambió para mejor, por lo menos ahora come como una persona normal y no como un animal hambriento–habló la navegante.

Comenzaron a hablar de eso, como si él no estuviera allí, nuevamente, se sintió ignorado en una conversación que literalmente trataba de él.
Terminó de comer lo más rápido que pudo y se retiró a su habitación, donde nuevamente se encerró, Nami les había dicho que pronto llegarían a la isla, se planteó a sí mismo cómo sería vivir en un lugar fijo y sin preocuparse que la Marina o cazarrecompensas quieran ejecutarte, estaba seguro que ya la mayoría de personas en el mar, lo querían muerto, probablemente incluyendo a algunos de sus Nakamas. Por primera ves en toda su vida, quiso dejar de ser pirata y llevar una vida común, se planteó a sí mismo que hubiera pasado si verdaderamente le hubiera echo caso a su abuelo con ser Marine, su vida sería más fácil, conociéndose, habría ascendido rápidamente y Garp estaría orgulloso de él, se mentiría si dijera que no lo extrañaba, sabía sobre su carácter fuerte y orgulloso, pero el era su nieto y aunque no lo demostraba mucho, lo amaba, lo amaba más que seguramente cualquiera de sus Nakamas.
Tapó su rostro con sus manos, quería volver a casa, extraña a Ace, Sabo, Dadan y Garp, las personas que por muy molesto que llegaba a hacer, lo apreciaban.

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