Otra oportunidad

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Ya todo el mundo se había enterado de la más reciente noticia sobre los Mugiwaras, todas las personas que tuvieron la dicha de conocer a Luffy como amigo o aliado, estaban sumamente preocupados, aquella determinación que poseía el menor, jamás pensaron que podría apagarse.
Toda la isla de Amazon Lily se encontraba inmersa en pánico, los piratas Barbablanca estaban impacientes por saber el destino del chico que había heredado la voluntad de Ace, el líder revolucionario se encontraba ansioso y sin ser capaz de lograr concentrarse, todos los lugares que el Monkey salvo, estaban devastados.

Ahora, Shanks fue a la antigua habitación de Luffy para ir llamando uno por uno a cada tripulante que había en el barco, comenzó con Zoro.
–No tengo nada que decirte, Akagami, todo lo que tenías que saber, yo ya te lo informé.
–Tu si respetas a Anchor ¿no?
–Le soy leal a mi capitán, por completo.
–¿Y no hiciste nada por..?
–Era decisión de él, defenderse o no.
–¿Y por que carajo no los hizo mierda a todos esos hijos de puta?–el rencor estaba impregnado en su voz.
–Nunca fue de armar conflicto entre su tripulación, ademas, el no es capaz de lastimarnos, nos ve como familia, fue el resto quien abusó de su confianza y aprecio.
–Dime quienes fueron.
–Franky, Nami, Usopp, Chopper y Sanji–le reveló, sin dar muchas vueltas, sabía que no los mataría, así que no estaba preocupado.
–Escúchame, quiero que todos ellos vayan donde mi hijo y le rueguen perdón, mi tripulación y yo, sospechamos que fue a una base de la Marina que está cerca de aquí.
–¿Base de la Marina? ¿Por que iría allí?–pregunto, temiendo lo peor.
–Su abuelo se encuentra de visita en esa locación, supongo y espero, que solo quería reunirse con él.
–¿Tu irás con nosotros?
–No, pero navegarán en mi barco, junto con mis tripulantes más longevos.
–Creo que a Luffy si le gustaría verte.
–Hicimos una promesa, no puedo reunirme con él aún.
–¿Puedo preguntarte algo?
–Responderé dependiendo de que sea.
–¿Como que eres el padre de mi capitán? Tenía entendido que era Dragon El Revolucionario.
–No soy su padre biológico, pero fui yo quien lo crió mientras estuve en su isla, lo traté como si fuera de mi sangre y le di todo lo que podía ofrecerle, también la idea de ser pirata.
–Entonces supongo, que fuiste tú quien le regaló su sombrero.
–No se lo regale, se lo encargue, allí fue cuando prometimos que la próxima ves que nos veamos, él ya se hubiera convertido en el Rey Pirata y solo allí, me devolvería mi sombrero.

–No se lo regale, se lo encargue, allí fue cuando prometimos que la próxima ves que nos veamos, él ya se hubiera convertido en el Rey Pirata y solo allí, me devolvería mi sombrero

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El resto de Mugiwaras y Pelirrojos estaban en el comedor, exceptuando a Yasopp, que se encontraba en cubierta, vigilando.

Nami y Usopp no paraban de quejarse, sobre él como estaban siendo súbitamente injustos y cómo no entendían su posición.
–Escúchenos, idiotas, nosotros conocemos a Luffy desde mucho antes de que se convirtiera en un pirata, por eso sabemos perfectamente que se están ganando todo esto–explicó Benn.
–Es un imbecil molesto–exclamó la pelirroja.
–¿Como es que te puedes hacer llamar navegante si tratas a su capitán así?–pregunto Building con ironía–Tu deber es guiarlo, no acabar con su sueño.
–¿Quien te crees para decirme eso?
–Un navegante decente y leal.

–Luffy, aún no le he avisado al cuartel sobre tu presencia aquí, tienes tiempo de arrepentirte

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–Luffy, aún no le he avisado al cuartel sobre tu presencia aquí, tienes tiempo de arrepentirte.

Ambos se encontraban en la habitación del Vice-Almirante, este le había quitado las cadenas y ahora estaba sentado mientras el azabache balanceaba los pies por cómo la silla en la que estaba, era más alta.
–Yo ya tome una decisión, si no puedo volver a donde Makino y los bandidos, entonces simplemente aceptaré los cargos de lo que hice.
–No puedo creerlo, eres igual de orgulloso que Ace.
–Si no quisiera estar aquí, te rogaría que me sacaras.
–Y yo te ruego que me dejes sacarte, no eres como tus hermanos, eres pequeño y no quiero que tengas el mismo destino que...él, no quiero perderte, eres lo único que me queda, aunque seas un desgraciado pirata.
–Abuelo, yo ya tomé una decisión y no me arrepiento de nada.
–Siempre has sido un completo idiota.
–Lo se–soltó una risita leve.
–Quieres que avise al cuartel ¿no?
–Mientras más pronto termine todo esto, mejor.
–Te matarán–exclamó, alzando la voz.
–No tengo nada que perder.
–Tu sueño, perderías tu sueño.
–Ya lo perdí, renuncié a él, renuncié a todo, no me arrepiento.

El mayor se paró y lo tomó del cuello de la camisa, levantándolo un poco, se veía visiblemente enojado.
–¡¿Por que carajo nunca me escuchas?!
–Ya me conoces, siempre voy por mi propio camino.

El rostro del Marino se relajó y soltó su ropa, para luego abrazarlo, no tardó en ser correspondido.
–Iré a avisar a mis superiores–el menor lo abrazo más fuerte–No puedo creer que tengas ya 19 y aún así tenga que agacharme tanto para abrazarte.
–Pero ya te llegó a más de la rodilla.

Estuvieron juntos el resto del día, hasta que llegó la noche y Garp supo que tendría que devolverlo a su celda, pero su nieto se había quedado dormido, acostado con su cabeza apoyada en una de las piernas del mayor, no quería despertarlo, sabía que esta sería tal ves la última ves que podría dormir en paz.
Solo lo observa, su corazón se hundía al recordar la ardiente sonrisa que el pequeño tenía cuando en su infancia gritaba que sería el Rey De Los Piratas, nunca le grado la idea, pero ese sueño siempre lo había echo tan feliz. Alguien tocó la puerta y lo dejó pasar, eran Sengoku y Tsuro.
–Sigues con el chico–mencionó el de gaviota mientras observaba al menor.
–No quiero ir a dejarlo a su celda, estaría incómodo.
–¿Ya avisaste sobre su captura?–pregunto esta ves la Marine.
–Aún no.
–No cometas una estupidez, Garp–le reprochó su compañero.
–Proteger a mi familia no es una estupidez–los dos en frente de el, suspiraron.
–Le ordenamos a todos en el cuartel retirarse de los pasillos principales, puedes cargarlo a su celda o...llevártelo de aquí–sugirió el de larga barba, sorprendiendo al Monkey.
–¿Hablan en serio? Ustedes no son de hacer este tipo de cosas.
–Sabemos lo mucho que lo quieres, tienes 3 fotos de él en tu escritorio y por lo menos unas 15 copias de su primera recompensa.
–Pero...el no quiere irse.
–Los mocosos jamás saben lo que quieren, el piensa que ya perdió todo, dale la oportunidad de que se de cuenta que no es así.

Garp miró a su nieto, que yacía durmiendo apoyado en él, se levantó y lo cargó en su espalda como cuando era niño y se agotaba con los arduos entrenamientos, comenzó a caminar hacia la puerta, agradeciéndole a sus dos amigos.

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