Tu voluntad será el dueño de tu destino

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Todos creemos que nacimos con un propósito en la vida y todos buscamos encontrarlo. Ese era el camino que Aurora estaba por recorrer, lo que no sabía era que pasaría lo que jamás se imaginó.

Al final del año presente se llevaría acabo una excursión hacia un campamento en donde asistirían millones de jóvenes de todas partes del país. Aurora se había preparado con todas las cosas necesarias para poder estar tranquila todos los días en su estadía ahí.

La semana anterior a esa Aurora había estado enferma, por lo que su padre le había informado que probablemente no asistiría para que su salud mejorara. Una noche antes se sintió tan emocionada que olvidó por completo de sus molestias y ella junto con su madre llevaron acabo la elaboración de la maleta. Ésta necesitaba estar identificada con su nombre y un hermoso listón rojo con el cual se diferenciaría de las demás.

La noche previa a la salida al campamento Aurora daba vueltas en la cama y no podía parar de pensar en las posibilidades que esto le traería. Pensaba en los amigos nuevos que podría hacer y todas las experiencias maravillosas que viviría y recordaría por siempre.

A la mañana siguiente fue la primera en dar brincos de su cama una hora antes de que su alarma sonara. Le entusiasmaba tanto que solo había podido conciliar el sueño unas cuantas veces durante la noche. 

El sonido de la alarma sobresaltó a todos menos a Aurora quien hace una hora y media ya estaba arriba de la cama arreglándose para algo que la emocionaba desde hacía mucho tiempo. Había esperado ese día por meses y al fin había llegado. La fría mañana de diciembre la abrigaba con ternura.

Aurora se levantó del sillón con una sonrisa en el rostro, tomó sus maletas y bajo por las escaleras a la sala para luego dirigirse al comedor.

-Mmm que bien huele eso mamá, ¿Qué es?

-Huevos estrellados con tocino, panqueques y jugo de naranja.

-Delicioso, aunque... comeré solo los huevos y el tocino, sabes que no soy fan de los panqueques desde hace unos años.

De repente un chico de tez morena ojos verdes y un cabello castaño hermoso, bajó por las escaleras.

-Muy bien, más para mi ya que mi pequeña gatita no comerá panqueques los comeré yo.

- ¿Y a ti que mosco te picó, Jacob? Tú también odias los panqueques.

-No cuando son con la miel especial de la abuela... esa miel casera les da un toque de chispas y sabores en la boca realmente mágico.

-Tu hermano tiene razón Aurora, esa miel hace que queden increíbles. Además ambos necesitan ir bien alimentados al campamento no sabemos a que hora llegarán ni tampoco si les darán comida en el autobús.

Mientras los Allen comían tranquilamente en la mesa la menor de los tres hermanos se encontraba aún durmiendo en su dormitorio sin saber que día era.

Aurora y Jake terminaron su desayuno muy gustosamente dando gracias a su madre por la agradable comida que extrañarían y muy seguramente desearían en el campamento.

-¡Clara, ya vámonos, tengo que ir a dejar a Jake y a Aurora al autobús para su campamento, no quiero llegar tarde sabes que el chofer es muy puntual!

-¡Yo también quiero ir! ¡Tengo casi la misma edad que Jake y Aurora y no es justo que ellos vayan y yo no!

-Vamos hermanita, sabes que la gatita y yo vamos porque tenemos edad suficiente para cuidarnos solos... o al menos hablo por mi... a Aurora todavía la tengo que cuidar.

Aurora hizo una mueca amistosa y chocó levemente el hombro de su hermano con el suyo en señal de apoyo y confidente.

-Sí, además, te traeremos muchos recuerdos, dicen que dan pulseras de la amistad para toda la familia ¿Qué te parece?

Ni un verso másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora