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Aunque la carga de trabajo no fue exagerada, sí tuvieron que hacer algunos ajustes para llegar a los tiempos de entrega y hasta hubo que apoyar la logística en ocasiones.

Layla estaba agotada, pero tenía sus esperanzas puestas en que no perderían su categoría plata y quizá al año siguiente subirían a oro. Justo en la entrada del ascensor, se topó nada más y nada menos que con su Ogro favorito.

—Hola —saludó con un poco de timidez.

—Hola —respondió, se le veía nervioso—. ¿Vas a Delmy's?

—Sí.

—Te acompaño.

Mientras caminaban juntos por la acera, se percató de lo desmejorado que se le veía.

—Te preguntaría cómo estás, pero salta a la vista.

—No tienes por qué preocuparte por mí.

—¿Y ya? ¿Crees que solo con decirme eso puedo presionar un interruptor y apagar lo que siento por ti?

—No quise decir... es solo que no quiero que lleves cargas que no te corresponden.

—Era algo que yo tenía que decidir. Creí que éramos un equipo y los equipos están juntos, en las buenas y en las malas, pero tú solo me hiciste a un lado.

Se detuvieron en medio del gentío que pasaba. No había planeado abordarlo así, pero ya que estaban, decidió dejar salir lo que pensaba.

La noche que terminó con ella, estaba tan impresionada que no fue capaz de decir nada, la destrozó que la dejara de lado y solo calló. Luego de varios días, podía ver las cosas con más claridad.

—Ven —le dijo tomando su brazo para hacerla entrar a la cafetería. Eligió una mesa cualquier y se sentaron—. Quizá no lo hice de la forma correcta, solo quería protegerte de que te desgastaras como...

—Como lo estás haciendo tú.

—Es mi obligación, no tuya.

—No tiene por qué serlo, no tienes porqué aguantar que te digan que deberías ser alguien que no eres.

—Sí tengo, porque es la única forma de demostrarle a mi padre que soy capaz de desempeñar el cargo. Tú no lo viste, cuando mi nombre fue propuesto, esperaba que estuviera orgulloso, pero no, estaba tan contrariado y se opuso con tanta vehemencia que fue...

—¡Will! —Tomó su mano. En ese momento parecía que era él quien necesitaba ser protegido—. Eres perfectamente capaz, los directivos lo saben, yo lo sé, lo importante es que tú lo sepas y, aunque entiendo que necesites la aprobación de tu padre, no puedes arriesgar la vida por eso.

Parecía que iba a derrumbarse de un momento a otro. Layla estaba alarmada, consideró llamar a Matt, no sabía qué hacer.

—Yo creo en ti —dijo con firmeza presionando su mano que no había soltado ni un momento.

—Lo sé.

Sonaba un poco más calmado que hacía unos instantes. No se hacía ilusiones de que una charla sanara sus heridas, solo quería que supiera que podía contar con ella, quería ser su apoyo y estar juntos en baches como este y en los triunfos también.

—Will...

—¿Sí?

—Nosotros...

—¿Layla? —Alguien la llamó y ambos miraron por donde se acercaba la persona menos esperada del momento. Will la soltó, se reclinó en su silla y adoptó la postura del jefe tirano.

—¿Germán?

—Pequeña, que gusto encontrarte —dijo desde dos mesas más allá mientras iba sorteando gente para acercarse a donde ellos estaban.

Mi Querido OgroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora