Basorexia

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A pesar de que Eddie no es la clase de persona que realmente respeta el espacio personal de la gente, jamás iniciaba contacto con las personas, sólo se quedaba muy cerca, ya fuera intencionalmente, o por costumbre. Sin embargo, desde que conoció a Steve eso cambió, queriendo tener algún roce con él la mayor cantidad de veces posibles.

Eso volvió a cambiar la primera vez que probó el sabor de sus labios. Dulces, suaves y carnosos, acomodados para recibir los suyos. Húmedos y flexibles, a veces sumisos, a veces demandantes, robándole el aliento y los suspiros. La lengua tersa y casi aterciopelada que roza y se enreda con la suya cada vez que sus bocas se unen en un beso. Los malditos murciélagos que revolotean por su estómago con cada contacto, necesitado, constante. A cada momento, a escondidas, castos, profundos, besos interminables y sabrosos, jodidamente adictivos.

Eddie podría nunca aburrirse de besar a Steve, de sentir el sabor de sus saliva, el sabor del castaño, la manera en la que cada vez sabe más parecido a él, la forma en la que sus labios se enredan, la manera en la que le gustó el sabor del helado de vainilla, pero sólo cuando viene de los labios de Steve. Como una droga, podría tomarlos todo el día, en cualquier lugar y en cualquier momento.

Los labios de Steve son incomparables y sin duda, algo de lo que nunca se aburrirá de probar. Los besos de Steve definitivamente nunca lo van a saciar.

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Basorexia: Adicción a los besos.

Yo sería igual si pudiera besar a Eddie o Steve, es que weon, por favor, son adictivos.

Bye; psyxho.

Metalhead Sweetheart| SteddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora