Fanfiction de la miniserie Hilda Huracán.
¿Qué pasaría si te reencuentras con tu primer amor?
Hilda tiene un oscuro pasado que ha procurado esconder. Tras 4 años de arduo trabajo su vida parece mejorar, pero a puertas de un nuevo romance reaparece...
La manifestación estaba en su punto más candente cuando los policías aparecieron por todas partes, a caballo, a pie y en motos. Pronto comenzaron los disturbios y la multitud se empezó a alarmar mientras nos perseguían con varas y nos rociaban con gas lacrimógeno. No había dirección a la que ir, intenté lo más que pude proteger a mis compañeros, pero todo era como un motín.
En medio del tumulto una persona empujó mi mano y lanzó mi crucifijo lejos, corrí a buscarlo con la mirada en el suelo y lo hallé sobre un zapato de mujer.
Sentí un golpe en el estómago, era un recuerdo extinto, un déjà vu. Cogí mi crucifijo junto con el zapato, en ese instante un escalofrío recorrió mi cuerpo, mi corazón empezó a latir con fuerza; tanto que creí que se me saldría del pecho; y mi respiración se hizo profunda. Levanté la mirada para poder encontrar a la dueña del zapato, pues no debía estar lejos.
De pronto entre la muchedumbre, la vi y el mundo se detuvo.
Un ángel descalzo, imperante, desaforada, desafiante como ninguna, que se defendía con coraje. Un huracán vuelto persona, mi huracán.
La había buscado hasta el cansancio, dios sabe cuanto sufrí al perderla y lo que luché para encontrarla. Pero ahí estaba como un milagro que aparece para disipar la oscuridad, entonces mis pies empezaron a andar solos hacia ella, como si mi cuerpo supiera a quién pertenecía, como la Tierra que gira siempre alrededor de su estrella.
Vinieron a mí recuerdos de cuando la tuve entre mis brazos, su voz calmando mi miedo, el primer beso que le di, las veces que nos amamos sin importar nada más, su cabello, sus ojos color cielo, su aroma, su piel aterciopelada y sus labios de miel.
Cuando llegué a ella su perfume me envolvía al igual que su mirada, estaba convencido de que esta vez sería diferente.
—Creo que a Cenicienta se le perdió de nuevo un zapato. — le dije sonriendo mientras lo posaba en sus manos.
Hilda sonrió con los labios, los ojos y el alma. Había muerto el día en que se fue y hoy que la tengo frente a mi volví a renacer.
