⁕⁕⁕PARTE TRES⁕⁕⁕

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Han pasado nueve años desde que Malthus vio por primera vez a Hilda en esa procesión, el fraile alzaba la mano con firmeza sosteniendo su cruz en alto. Delante de él una mujer lo miraba desafiante, Hilda Huracán la llamaban.

Y para suerte o desdicha de todos los presentes, Hilda tenía el poder de hechizar a los hombres con esos ojos color cielo, ojos retadores que posaba en el fraile cuyas piernas empezaban a flaquear.

Aquel día cayó sobre la calle Guaicurus un rayo, que cual látigo divino, trajo consigo una tormenta. Los cielos se estremecieron para dar paso al inicio de una historia de amor con letras mayúsculas.

Bien pues existen muchas historias de estas pululando en los libros, pero quiero tomarme la osadía de pensar que esta en especial nos hechiza, como los ojos de Hilda, como el Ave María de un coral.

Que puede redimir a un pecador, que puede otorgarle humanidad a un santo. 

Sin duda alguna, es el poder que el amor otorga. Un obsequio para los mortales que nos vulnera el alma y nos convierte en ficción. 

Sin más, disfruten el desenlace de esta historia.


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UN HURACÁN EN RÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora