Brian tiró de su collar para que se acerque, si bien tiró tan fuerte que el rubio cayó de rodillas frente a él, sin oportunidad de sostenerse de sus manos pues notó al tocar el piso que tanto sus manos como sus pies estaban amarrados, por finos nudos japoneses que abrazaban todo su cuerpo, sin darle ninguna opción de movilidad —. Usa sólo tu boca, y cuando acabes vamos a la reunión con el mortal.
Roger asintió, se acomodó mejor para dejar su rostro a la altura del hinchado paquete del otro bajo su prenda, y esperó muy pacientemente a que termine de sacar su erección. Se relamió los labios, por la mera gana de dejar en claro lo mucho que había esperado por eso, y soltó el más sensual suspiro una vez que su falo endurecido chocó contra su mejilla.
—¿Roger?
—¿Sí?
—Tus ojos acá —indicó, señalando los suyos, y el rubio asintió, abriendo la boca para que otro lo guíe mientras él se dejaba hacer. Sintió el glande contra sus labios, completamente humedecido de líquido tal y como lo dejó antes, pues no era el único que se quedó con ganas de algo más allá afuera.
Ahora, los demás no se merecían espectáculo y solo por ello incluso Lucifer se había ahorrado la escena. Pero su cuerpo no mentía, y el primer impulso del rubio fue dejar un sonoro beso en la cabeza de su miembro, y lamer la zona para retirar los excesos de preseminal que se habían acumulado. Brian gimió bajo, observando la manera obscena en la cual la tibia lengua del menor rozaba su pene con tal disimulo, y lo agarró con fuerza del cabello para que se ahorre los juegos y abra la maldita boca de una buena vez.
Apenas los labios del rubio se separaron lo suficiente, entró en él. Le cogió la cabeza y poco a poco se introdujo hasta que su nariz estaba pegada a su pubis, y notaba como la punta de su lengua tocaba sus testículos. Lo tuvo unos segundos así, hasta que se movió hacía atrás, sin sacársela de la boca de todo, solo para repetir el movimiento un par de veces. Lo decían sadomasoquista, y quizás lo era, porque si bien ahora no tenían tiempo para armarse toda una escena, de esas en las cuales lo colgaba del techo o lo amarraba a las cruces invertidas en la pared para tenerlo completamente inmovil mientras lo sometía a largas jornadas de pequeños juegos, pues, seguía en búsqueda de atormentarlo un poco. No solo al privarlo de poder mover sus extremidades, sino porque el tenerlo así ahora, con su miembro bien enterrado en su garganta, sin poder respirar ni alejarse de él, lo llenaba de placer. Notar el pánico animal en sus ojos al verse incapaz de tragar, o toser, o deshacerse de las arcadas que se acumulaban en su garganta, y ver sus ojos acumular pequeñas lágrimas de disfrute. Eso lo prendía.
Le dio espacio para que respire cuando creyó suficiente, y el rubio, complaciente, en lugar de tomarse su tiempo para descansar, empezó a follarse la cara con pequeñas estocadas, y a lengüetear y chuparlo con notable expertise.
Brian llamó a uno de sus asistentes para revisar su agenda, tenía un día ocupado y el estrés que tenía antes de saberse saturado se esfumó con las atenciones del íncubo, así que convenía revisar la lista ahora que estaba recibiendo buena terapia.
—Rog, ¿me acompañas en la tarde a casa de Xaphan? Tiene planeado un espectáculo de luces con las llamas infernales por Navidad... AUCH —. Roger, siendo Roger, le dio la más ligera mordida en la zona, y sintió cómo sus dientes se hincaban sobre la piel de su miembro. Lo hizo estremecer, en buen sentido, pero los azules del rubio lo miraban con reproche mientras seguía en lo suyo, y al ver que había recuperado su atención, dejó un par de lamidas en la zona afectada, previo a separarse.
—¿Navidad? ¿Me estás jodiendo, Bri? —. Brian negó despacio, y tomándolo de la mandíbula lo volvió a colocar alrededor de su miembro, y al sentirlo trabajar de nuevo, le dejó un par de palmaditas en la cabeza.
—Buen chico, no hables. Sigue siendo el cumpleaños de mi hermano, y la mejor fecha para molestar a los mortales... hay tantas hermosas piezas en los nacimientos que se pueden manipular y asustar a la gente. Todos los fieles van a las Iglesias, por lo que es ideal para pegarle una visita a los monasterios y causar alboroto. Barbatos tiene planes, no soy un monstruo, si quieren celebrar las fiestas también que lo hagan —se excusó, restándole importancia. Notó que el rubio viraba los ojos —. Me juzgas.
—Me pareces cínico.
—Me amas.
—Todos te aman —sonrió, y cuando el rizado volvió a introducirse en él a fin de correrse y escupir su semen con su boca, estuvo más que preparado para succionar y tragar todo lo que tuviese que ofrecer. Sentía molestia en su entrepierna, misma que yacía atrapada entre la red de nudos y soga, y cerró sus ojos a fin de no concentrarse en ello.
—Pase, por favor...
La voz apenas fue audible, completamente opacada por los gemidos de Brian, y por ello ni se detuvo a procesar lo que estaba pasando, hasta que escuchó un grito alarmado que reconoció al instante.
Freddie.
—¡Perdón! Perdóname, me dijeron que pase, yo no... no quería, oh Dios, cómo se abre esta puerta...
Roger se dio cuenta recién ahí que ya no se encontraba preso, y que en lugar del frío piso de su cuarto se hallaba sobre la afelpada alfombra que decoraba la oficina de Brian en Londres, en la disquera. Su cuerpo ya no se encontraba desnudo, sino con un fino traje de oficina; pantalones elegantes, unos lindos zapatos de cuero y una camisa blanca. Con las manos libres, se aseguró de guardar el ya flácido miembro del rizado en sus pantalones antes de levantarse de su sitio y regresar a ver hacia la puerta. El idiota de Brian los había transportado a su oficina, en May Day Records, y ni le advirtió que habían cambiado de escenario, y que Freddie ya estaba en el lugar, listo para tener su reunión con ellos.
Le lanzó una mirada matadora a su jefe, quien solo se encogió de hombros suprimiendo una traviesa risita al verlo restregarse la boca para limpiar cualquier evidencia, y fue en encuentro del moreno, que se estaba tapando los ojos, probablemente aterrado de haber hecho enojar a alguien por interrumpirlos en plena mamada.
—¿Freddie? Está bien, no viste nada... —le aseguró, y el humano pareció reconocer su voz al instante pues se descubrió la cara y lo miró, completamente sonrojado.
—¡Roger! Vaya, el susto que me pegué... creí que la jodí. ¿Tengo como joderla?
—Sí, bueno, no. No tienes como —bufó, y retornó su atención hacia Brian, quien se hallaba aún parado tras de su escritorio con una expresión seria, para nada perturbada, en su rostro —. Sr. May, este es Freddie Mercury. Freddie, este es Brian May, el dueño de la disquera, y ahora de tu miserable existencia. Me imagino que sabes de quién se trata.
ESTÁS LEYENDO
🔥 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 (ℑ𝔫𝔠𝔲𝔟𝔲𝔰 𝔄𝔘) 🔥
FanfictionFreddie hizo un pacto con el diablo. Al diablo su trabajo de medio tiempo en un bar, sus deudas y, lastimosamente, su relación estable con el tierno (pero aburrido) de John. Al diablo su alma que parecía ya estar maldita con tanta mala suerte que s...