La reacción fue inmediata.
La cabeza de Freddie terminó envuelta en una especie de neblina densa, oscurecida por una obsesiva urgencia de que el otro lo consuma entero. El beso es insigne, y correspondió con torpeza los expertos movimientos de los labios ajenos, que tomaron control sobre él. Sentirse dominado era algo que no acostumbraba, porque su novio era muy vainilla, y si bien se insistió tanto en que no era un problema, esto solo desmentía cada palabra suya con total crudeza. Este tipo de contacto era el que necesitaba, y por ello solo se dejó atraer más una vez que sintió las tibias manos del rubio sobre su espalda.
Ni se dio cuenta de que ya no se encontraba sentado, sino parado con la espalda pegada a un muro, completamente libre para mover sus extremidades a placer. Las manos de Roger bajaron hacia su trasero, apretando el gentil músculo con fuerza, y su impulso más grande era el estirar sus manos y tocarlo también, pero el rubio se apartó con una sonrisa.
—Ni lo pienses, no te pedí que hagas nada.
—Per–
—Dije que no... es sólo la primera vez, Freddie, tendremos tiempo. Aparte, esto es solo para sellar tu trato, esto se trata de tí, no de mí. Necesito otra clase de fluidos de tu cuerpo, tu sangre solo le sirve al jefe —indicó, guiñándole el ojo con descaro.
Freddie está consciente de que no puede argumentar nada, porque no es su posición, por lo que bajó las manos y las apoyó contra la pared; pero eso no le prohibía comerle la boca y descargar ahí todas sus ansias y deseos. Sentía su erección empapada y palpitante, y deseaba que el otro la tome entre sus manos de una jodida vez si es que en serio esto se trataba de él, pero no iba a pedírselo. El demonio acarició un par de veces su cuerpo, con una dulzura que contrastaba toscamente con el busco y bestial movimiento de sus labios.
Metiendo una rodilla entre sus piernas lo forzó a abrirlas, y con su mano izquierda buscó sus pezones a fin de jugar un poco con ellos, disfrutando cada sonidito que lograba desgarrar de su garganta con eso. Fue pellizcando sus pezones, al principio con terneza, pero luego con más fuerza, pegando un tirón de vez en cuando que lo descolocó completamente. Freddie ni se percató que su mano derecha se hallaba en sus nalgas hasta que soltó sobre una de ellas un tortazo suave, y luego otro, más fuerte, para continuar con las caricias obscenas. Quizás por ser un demonio del sexo fue imperceptible el momento en el cual humedeció sus dedos, y los pasó por su trasero, tan cerca de su entrada que Freddie empezaba ya a desesperarse. Se sentía tan satisfecho por la sucesión de movimientos, que no pudo evitar dar un respingo cuando apenas entró en él, pues llevaba tiempo de su última vez. No acostumbraba a recibir, no con John, pero en este escenario ni siquiera estaba seguro de si le molestaba o no el atrevimiento.
—A esto me refiero con los límites, si algo te molesta, pararé... —bufó, pues no iba a obtener respuesta por parte del otro, y lo sabía.
Roger también sabía sus preferencias, porque era parte de su instinto saber lo que su víctima quería y lo que no, lo que le gustaba y lo que prefería ahorrarse, y sabía que Freddie quizás no estaba listo, por lo que se apartó tras soltar una risita, y decidió mejor colocarse de rodillas frente su erección.
Su pene se encontraba ya al borde de reventar sobre su muslo, y empezó a refregarlo. Ardía de calor, por lo que al contacto de su mano con el cuerpo del mortal, este no pudo evitar reaccionar con esmero y tiró de sus dorados cabellos, provocando un ligero siseo.
No lo reprendió, y en su lugar obedeció a la indirecta y se la refregó por la cara muy despacio, besándola cada que pasaba cerca de sus labios, como si fuera el objeto más preciado del mundo. Retiró con la mano aquella capa de piel que cubría el glande, y pasó por encima su lengua. Era fuerte la energía que recibía de ello, por lo que se tentó a meterla parcialmente en su boca, humedecerla y, tras algo de tortura, finalmente tragársela entera. El azabache gemía de placer.
Otro juego de ilusiones, y Freddie creyó haber muerto de lujuria cuando sintió una afelpada superficie debajo suyo. Se hallaban en una cama, y tenía el rubio encima suyo. Estaba dentro de él y los movimiento de esa sensual criatura no solo provocaban estragos de deleite dentro suyo, en la parte baja de su abdomen, sino que lo hipnotizaba al punto de no querer desviar la mirada de la imagen frente a él. Su desnudez era un pecado: su piel era tan perfecta, que daba la impresión de brillar bajo la luz que entraba por encima de ellos. ¿De dónde? Freddie no tenía neuronas para pensar. A pesar de que se lo estaba follando, era el otro quien lo poseía y lo tenía a su completa merced. Se movía despacio, mientras pellizcaba su piel, y ni se tomó la molestia de advertirle que le avisara si se iba a correr. Fue él, notando que llegaba a su clímax, quien aceleró su cabalgada, y lo último que procesó fue descargar todo su semen dentro del precioso rubio, quien le sonrió encantado, y se acercó a su oído.
—Eso era todo... nos vemos mañana, humano.
Se incorporó de golpe una vez que pudo recuperar el aire, con la adrenalina al máximo y una sensación anormal en todo su cuerpo. Sus latidos retumbaban en sus oídos, y su frente estaba cubierta de sudor frío.
Sus ojos pronto se adaptaron a la oscuridad: estaba en su habitación, las luces estaban apagadas pero una ráfaga de luz blanca, probablemente la luna, se colaba por la ventana. Inhaló y exhaló aire un par de veces, con fuerza, y se topó el pecho. Su corazón estaba al mil por hora, y las escenas pasaban por su cabeza una y otra vez, y se sentían tan reales que no podía convencerse de que todo fue un sueño, ¿no?
—Fred, amor... ¿todo bien? —. Escuchó la voz de John, en medio de un tierno bostezo, y la luz de la mesita de noche de su pareja se encendió. Era su novio, quien le sonreía adormilado.
—¡Sí! Todo maravilloso, mi cielo, e-es solo... tuve un sueño extraño.
—¿Quieres hablarlo? Sabes que tengo experiencia con eso de las pesadillas —rió su novio, ofreciéndole la más dulce de las sonrisas.
Dios, lo amaba tanto... esperaba que todo salga bien, y que puedan ser felices ahora que se alejarían de la pobreza de una buena vez por todas. Lo quería rico, sano y rodeado de bellos paisajes; sin que tenga que desgastarse trabajando, ni luchando por mantener las cuentas, ni preocupándose por si lograrían tener suficiente para salir a comer por el cumpleaños del otro ese año.
—¡No! —gritó, quizás muy efusivo pues John frunció el ceño ligeramente, y él optó por reir —. Digo, mejor vamos a dormir, mañana es un día pesado, mi amor.
—Claro que sí, Fred, por fin tienes la reunión con la disquera, mi futuro artista... —canturreó el menor, y lo besó en la mejilla con notable entusiasmo.
—¿Disquera?
—May Day Records... —bostezó el castaño entre cortas carcajadas — verás que todo saldrá perfecto, amor, no dejes que los nervios te quiten el sueño. Ven, acuéstate, trata de descansar, si quiera un poco. Necesitamos madrugar mañana, ¿hm?
El moreno se dejó recostar sobre la almohada, pero no cerró los ojos de inmediato. Su sueño se estaba volviendo realidad, ¿tan pronto?
Quiso saltar y gritar de la emoción: había funcionado.
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🔥 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 (ℑ𝔫𝔠𝔲𝔟𝔲𝔰 𝔄𝔘) 🔥
FanficFreddie hizo un pacto con el diablo. Al diablo su trabajo de medio tiempo en un bar, sus deudas y, lastimosamente, su relación estable con el tierno (pero aburrido) de John. Al diablo su alma que parecía ya estar maldita con tanta mala suerte que s...