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John creyó haberse deshecho de él, hasta que lo sintió desde atrás, tomando su cintura.

—Debe haber algo que tú quieras... lo que sea, y te será concedido —murmuró contra su oído. John se soltó con dificultad del agarre, y cuando quiso ir por el crucifijo en su llavero, notó que el rubio ya lo tenía en la mano, todo derretido —. No me iré de aquí, soy el guardián de tu novio, y lo creas o no, me gusta verlo feliz. Es una persona... no buena, pero simpática. Mis intenciones son nobles.

—No planeo vivir el resto de mi vida sujeto a torturas en mi alma por querer una familia, puedo irme a otro lado y ya, no lo necesito.

—Una familia entonces, ¿eso fue lo que viste? —meditó el rubio, notablemente complacido, y John se estremeció al ver la sonrisa que se le pintó en el rostro—. ¿Seguro que no necesitas de mi ayuda para eso?

—No quiero hacer esto.

—¿Una familia?

—Venderte mi alma.

—Considéralo un pro bono... no te pido mucho a cambio, ni una gota de sangre, solo que me dejes darte un poquito de placer... nada más, esa es mi propina. Me temo que tu novio está drenado ahora, y tú luces como alguien que necesita soltarse un poquito —dijo, y le guiñó descaradamente el ojo, mientras jugaba con la hebilla de su pantalón.

Cerró los ojos, y buscó en su cabeza la oración de protección, pidiendo ayuda a María, pero su cabeza estaba ceros y oscuridad, y cuando abrió los ojos con la intención de pelear, no espiritualmente sino a golpes, se encontró en un espacio distinto al que conocía. Estaba en una recámara oscura, y se supo de inmediato del otro lado. Roger no lo hubiese podido transportar de lugar si su subconsciente no le hubiese fallado, y hubiese cedido a los encantos del demonio.

—Tu récord me sorprende... Freddie dice que eres tímido en la cama, ¿es eso cierto?—dijo su voz, pero no podía ubicar su rostro en medio de la pobre iluminación.

—No soy tímido, solo me parece innecesario eso de andar intercambiando fluidos, es caer en lujuria, y tú puedes no entenderlo porque te dedicas a eso, pero es un pecado, Roger, no me criaron para ser sujeto por mi propio cuerpo.

—No. Te criaron para tenerle miedo a la Iglesia, por ser homosexual, y tener miedo a tu cuerpo, que es biología. El sexo no solo es placer, es conexión. Un buen matrimonio depende de un poco de ambas cosas: amor y pasión. Dime, John, ¿qué quieres hacer hoy para desprenderte de esas ideas ortodoxas y antiguas?

—Quiero que me lleves a mi casa.

—Mentira. Sino no estarías aquí, en mi casa... o bueno, lo más cercano a una que tengo en tu mundo —rió, y John no terminaba de entender de dónde exactamente salía la voz, hasta que notó un destello del otro lado de la oscura estancia, y lo vio ahí, todavía sin ropa, todavía increíblemente atractivo y seductor.

Era un pecado en dos piernas, la destrucción encarnada, y entendía un poco más al personaje de Frollo en el Jorobado de Notre Dame cuando veía a Esmeralda. Pero él no era un hombre religioso, era en parte un hipócrita; no le era ajeno al sexo, solo le causaba pavor hacer algo que Freddie odiase, nunca se tuvo suficiente seguridad, y de tratarse de una persona y no de un demonio, quizás, solo quizás, daría rienda suelta a sus fantasías. Se dejaría de excusar con las historias que su madre contaba sobre cómo el sexo homosexual llevaba a uno al infierno... y bueno, ya era gay, y eso era suficiente para uno terminar en el infierno según muchos, pero ¿qué más podía hacer? Era como era, y eso incluía ser pésimo en la cama. Un poco de ayuda experta no venía mal, pero esto rebasaba muchos límites.

Roger era un demonio; sus servicios significaban un precio.

¿Tan desesperado estaba que lo han mandado ahora hacia él? ¿Era esto el karma que caía sobre él por haber dudado de Freddie? ¿Por haber sentido celos? ¿Envidia? ¿Por haber pecado?

🔥 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 (ℑ𝔫𝔠𝔲𝔟𝔲𝔰 𝔄𝔘) 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora