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Los pasos de John no se hicieron esperar, y ni se dio cuenta de que este había llegado a la casa, hasta que escuchó sus apresurados pasos dirigiéndose hasta la habitación.

—¡Lo recordaste! Sabía que no te habías olvidado, ¡lo sabía! —gritó, y Freddie solo lo pudo recibir en brazos una vez que éste saltó hacia él, completamente emocionado. Estaba tanteando si debía admitir que no sabía a qué se refería, cuando el castaño lo besó profundamente en los labios, y se separó con una gran sonrisa —. Me encantó el detalle de las flores, mi amor, ¿y la serenata? Lucy dijo que tras ocho años de casada, y trece si cuentas cuánto llevan juntos, su esposo apenas y le manda chocolates en su aniversario. Pero yo le dije que no, yo tengo suerte de tener como novio al hombre más lindo y detallista de todos —murmuró, antes de robarle otro beso.

Mierda. Era su aniversario... cierto.

Esa noche celebraban siete años juntos. Tenía que agradecerle a Roger por lo que sea que hizo para cubrirlo. ¿Flores y serenata? Huh, ese diablito sabía perfectamente bien cómo conquistar a alguien, para ser alguien que no creía en el romance.

—¡Ah, ah! No digas nada —pidió, una vez que el moreno estaba por abrir la boca —. Sé lo que vas a decir, y entiendo, yo sé... mucho ha cambiado, y nos ha costado adecuarnos a esta nueva vida. Pero, no importa cuánto cambien las cosas, yo también te amo, y no dejaré de hacerlo. No sabes lo feliz que estoy de no haber terminado las cosas la anterior semana, y no quiero que pienses que porque metiste la pata tienes que compensármelo con todos estos detalles. Ya te perdoné. En todo caso soy yo quien debería ir un poco más allá, y por eso lamento solo poder ofrecerte esto, pero espero que te guste.

Freddie recibió la pequeña cajita de terciopelo que el castaño depositó en su mano, y sintió su corazón ir a mil por hora. Roger conocía su pasado, presente y futuro; si a esto era a lo que se refería, pues lo zarandearía por no informarle a más detalle lo que pasaría.

Regresó a ver a John con una sonrisa, y el castaño le correspondió; se notaba la ilusión en su mirada, y no, claro que de ser un anillo de compromiso lo aceptaría, no se iba a negar. Pero, al mismo tiempo, no se sentía preparado. Mierda. Mierda. Mierda.

Abrió la cajita, con cuidado de no botar su contenido, pero en lugar de un anillo se topó con un bello dije de plata, de una Mano de Fátima.

—Deacy, amor, es precioso... vaya, es hermoso —sonrió, puesto que hace tiempo tenía uno similar, pero lo perdió durante un viaje a la playa, y desde entonces había postergado en comprarse uno, solo porque no encontraba uno que le haga sentirse igual de protegido. Este, sin embargo, era precioso, emanaba una energía agradable y le sacó una genuina sonrisa —. ¿Dónde lo conseguiste?

—Es un secreto —rió despacio —. Pero sé que estabas en busca de uno, y bueno, lo vi en una tienda y justo entraba dentro de mi presupuesto —explicó, con tal humildad que Freddie no pudo resistirse a besar su mejilla. Por más plata que tuvieran, John se rehusaba a renunciar y dejar de percibir su propio dinero, por más mísera que fuese su paga. Era demasiado orgulloso para depender de la de Fred.

—Es divino, mi cielo, gracias.

—Es tu turno —murmuró el castaño, puesto que sí, tenían la tradición de intercambiarse cosas en esa fecha, pero en serio se había olvidado, ¡por completo! El moreno le sonrió, y le hizo un gesto como para que guarde silencio mientras iba por el obsequio, como siempre, solo que esta vez esperaba que al entrar al armario el rubio le haya dejado su obsequio ahí, en alguna de las repisas. El rubio era su demonio de la guarda, tenía que ayudarlo con esto.

Al abrir la puerta del armario, sin embargo, no hay nada, y no sabe por dónde irse para fingir demencia y se pone a rebuscar entre los cajones. Es uno de los asistentes quien interrumpió el momento, justo a tiempo para distraerlos a ambos.

—Sr. Deacon, buenas noches —saludó Rami, con una cortés reverencia dedicada al menor. John sonrió y le saludó con la manito —. Sr. Mercury su limusina se encuentra lista, recomiendo salir pronto. Ben, el chofer, indica que hay tráfico para llegar al Ritz, y su reservación de aniversario es dentro de una hora. Me parece prudente que salgan en breve para evitar problemas.

John lo volvió a ver con el rostro lleno de júbilo —. ¡¿El Ritz?! Amor, no puede ser, ¡¿cuándo me lo ibas a decir?! Aún estoy con la ropa del trabajo. ¡Fred! Muévete, muévete. Tú estás todo divino, y yo necesito arreglarme, no quiero desentonar —indicó, empujándolo lejos del armario, si bien había espacio para ambos en el walking closet.

Recién ahí el moreno se dio cuenta de que no estaba usando la salida de cama que Roger le tiró más temprano, sino un fino y elegante traje de diseñador con finos patrones bordados en rojo, por sobre la tela negra de cachemira. Freddie sonrió, aún sorprendido también por las noticias, pero trató de actuar casual y asintió con la misma cortesía al mayordomo —. En este momento bajo, Malek, muchas gracias. Deacy, cariño, te espero abajo, que tengo que asegurarme de que todo esté tal y como lo tengo planeado.

—¡Sí, sí! No me demoro, amor —gritó, y el moreno aprovechó que su novio estaba definitivamente concentrado en ponerse algo decente para ir al patio, sacar su celular y marcar el #666. La línea directa con Roger.

—¿Aló?

—¡Rubia estúpida! ¿Estuviste toda la maldita tarde conmigo y no se te ocurrió advertirme que me había olvidado por completo mi aniversario? Casi la echo a perder, ¡como que tres veces! —aulló contra el recibidor, si bien se encontraba solo en el patio y sabía bien que nadie lo estaba escuchando.

—Freddie, este es Brian... Roger está en una reunión con su círculo —dijo la voz al otro lado, y el pelinegro sintió que su sangre helaba —. ¿Tienes alguna queja sobre Roger? 

—¡No! No, no, Sr. Lucifer, está todo perfecto, es solo... ¡un malentendido! Si supiera de la que me salvó de hecho. Ja, es tan chistoso —rió, o más bien forzó su risa incómoda —. Todo bien.

—Sí, bueno, Freddie, espero disfruten mucho su cena. Me costó un buen rato encontrar el restaurante ideal... no te conozco como Roger, pero quiero creer que logré suplir sus facultades con éxito —dijo Brian, y se podía percibir una genuina sonrisa desde el otro lado de la línea que hizo confundir a Freddie aún más.

—¿Fuiste tú?

—Disfruta la cena, Fred, es una fecha importante. Te dejo, John está atrás tuyo...

—¡Espera! —. Trató, pero la llamada se desconectó, y tal como Brian le había advertido, sintió que John se paraba detrás suyo. Dio media vuelta y lo encontró a un par de pasos de distancia, con su enorme sonrisa —. ¿Listo?

—¿Todo bien?

—¡Sí! Es sólo... estaba confirmado que nos dieran esa mesa con la vista, tiene que ser perfecto, mi vida. Es una noche especial —sonrió, ofreciéndole su brazo. John asintió encantado y se aferró a él.

🔥 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 (ℑ𝔫𝔠𝔲𝔟𝔲𝔰 𝔄𝔘) 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora