Tobio era aún un niño cuando experimentó su primer amor. Shoyo era tan hermoso, tan maravilloso.
Pero había un problema: ¡Shoyo era cinco años mayor y el mejor amigo de su hermana! ¡¿Como iba un niño de nueve años salir con un chico de 14, que adem...
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Hinata regresaba a casa, luego de haber acompañado a Bokuto, Akaashi y Atsumu a beber. Era habitual que salieran ellos tres, pero pronto Atsumu empezó a autoinvitarse, y realmente ninguno tenía un problema con eso.
-¿Quieres que te acompañe?- Dijo el rubio, posando su mano sobre el hombro de Shoyo, quien tuvo un pequeño salto ante el contacto. -N-no, gracias... No vivo tan lejos...- El pelirrojo quitó la mano del mayor de su hombro, quien se rió ante el hecho. -¿Seguro? ¿No quieres que te acerque?- Dijo, haciendo referencia a su propio auto, estacionado justo a su lado, el menor rió levemente. -Está bien.-
En el auto, Shoyo no podia evitar estar nervioso. Olía a Alfa y el olor era demasiado para él.
-Puedes abrir la ventana.- Dijo el rubio mientras miraba hacia adelante, el Omega obedeció y pronto el olor a Alfa se había reducido. -Gracias por llevarme, Miya.- -Claro.- El mencionado le tomó por sorpresa la distancia y formalidad con la que el menor le habló.
Cerca del pequeño departamento donde el Omega residía, este bajó del vehículo del Alfa. -Gracias por traerme.- -Ya me agradeciste demasiado.- Le dijo con una sonrisa ladina, el pelirrojo soltó una suave carcajada.
Antes de que el más bajo se retirara, Atsumu lo tomó de la muñeca. -Shoyo... Sé que pronto tendrás que cambiar de equipo, por lo de tu beca y eso, pero, cuando quieras, eres más que bienvenido con nosotros.- El menor sonrió suavemente. Una vez la beca del Omega terminara, cualquier equipo podría pagar para recibirlo como jugador permanente, pero hasta entonces, el dichoso Omega se la había pasado rotando y cambiando de equipo.
-Gracias, Miya... Atsumu.- Se corrigió antes de sonreírle, el mencionado respondió con una sonrisa. -¿Puedo... Tienes tiempo este fin de semana?- Continuó la conversación el mayor.
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Ukai, el entrenador del Karasuno, les había informado de un campamento en Tokyo, donde compartirían espacio con el Nekoma y otros equipos. Tobio se había emocionado.
En bano.
Era prácticamente imposible encontrarse con Shoyo en una ciudad tan grande.
Mejor, se enfocó en preparar su maleta y dormir temprano, para así llegar a tiempo y poder irse a tiempo.
