Tobio era aún un niño cuando experimentó su primer amor. Shoyo era tan hermoso, tan maravilloso.
Pero había un problema: ¡Shoyo era cinco años mayor y el mejor amigo de su hermana! ¡¿Como iba un niño de nueve años salir con un chico de 14, que adem...
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Hinata estaba nervioso. Se sentía cansado y adolorido, su vientre de embarazo empezaba a notarse. La pequeña pancita de tres meses era dificil de notar, pero claro que él sí la veía. Pero eso era lo de menos.
El traje no le cerraba. Ese era el verdadero problema.
En unas horas consumaría su matrimonio con Kageyama. Y era una tradición que el día de la boda entre un Alfa y un Omega, se formara el lazo públicamente. Cuando ambos estaban organizando la boda, fue que se enteraron de la llegada de su primer hijo. Habían apresurado todo, pues Hinata no quería que en las fotos se viera el evidente embarazo. Y con eso, el traje había sido lo primero que se había organizado. Cuando Shoyo era más delgado.
-¡Chupa la panza!- Exclamó Oikawa. Si bien su relación había empezado de manera... Extraña, con el paso de los años, se habían vuelto amigos. -¡¿Cómo se supone que "chupe la panza" de embarazo?!- Le respondió. -¡¿Cómo si eras casi infértil, Tobio te embarazó a la primera?!- Dijo el castaño tratando de cerrar el pantalón, Shoyo sintió su cara sonrojarse ante lo dicho. -B-bueno... A veces pasa...- Le dijo con la pena a flor de piel.
-A ver Tooru, quítate.- Dijo Natsu. La pelirroja apenas había cumplido recientemente dieciocho y estaba ahí para ser la dama de honor de su hermano. La Alfa tomó el pantalón. -Sho, respira. Te voy a apretar.- El Omega se puso nervioso, antes de sentir el tirón del pantalón que por fin había cerrado. -Listo.- Dijo ella, el Omega se sentía demasiado apretado.
-Ya no me quiero casar si así voy a estar...- Susurró. -Ay ya, como te gusta el drama. Ponte el saco y apurate, tu marido ya te debe estar esperando.- Dijo Oikawa.
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El lugar era precioso, Tobio y Shoyo estaban el uno al lado del otro. Se miraban sutilmente mientras sus corazones bailaban fuertemente.
-Pueden formar el lazo.- Exclamó el padre. Ambos se sentaron el uno frente al otro. El Alfa no pudo evitar dirigir su mirada a los asientos vacíos que había reservado para sus padres y hermana, antes de sentir una enorme tristeza inundarlo.
-Tobio... Todo está bien...- Puso su mano sobre la de su pareja, quien sonrió melancólico. -Sí... Solo... Incluso yo dejé mi orgullo lado y los invité, ¿Qué les cuesta siquiera responder con que no van a venir?- El Omega se inclinó a besar su mejilla. -Ya lo sé... Pero estoy aquí, contigo... Y Morita nos trajo los anillos, y bueno... Ya sabes quién más nos acompaña...- El menor dirigió su mirada al vientre de Shoyo antes de sonreír.
