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Jisung le había pedido a Chenle que eligiera y él estaba eligiendo a Jisung. Chenle tomó el teléfono y marcó el número de Jeno, su segundo al mando, diciendo al elfo que se reuniera con él en su oficina. Si él iba a darle la espalda a su tribu, Chenle al menos quería dejar un líder fuerte en su lugar. Jeno había gobernado a su lado durante tres siglos y sabía cómo guiar a una tribu. Se sentía seguro de que su segundo no tendría problemas en asumir esta tarea.

El hecho de que se fuera no significaba que se había olvidado del sufrimiento de su pueblo. Aún trataría de resolver el problema de endogamia. Chenle sólo deseaba que los elfos de la Sombra despertaran y se dieran cuenta que su orgullo estaba matando a su raza.

Levantó la vista cuando la puerta del despacho se abrió. Pero en lugar de que entrara Jeno, entraron Yizhuo y Shuhua.

—He puesto a Jeno a cargo. Espero que lo obedezcan.

Yizhuo lo miraba, aturdida y francamente molesta. —¿Por qué, a dónde vas?

Chenle estaba cansado de negar a su pareja. Estaba harto de mantener a Jisung en la oscuridad. Sabía que su pueblo nunca le perdonaría, pero Chenle no iba a seguir viviendo sin su segunda mitad. —Con mi pareja.

Hubo una rápida inhalación de aire de Shuhua, y luego Yizhuo entrecerró los ojos. —¿Desde cuándo tienes una pareja, Chenle? 

—Mira con quién estás hablando y cuida ese tono o te corto la lengua. —Sacó los archivos de estadísticos de su escritorio y luego se dirigió hacia la puerta para ir a hacer sus maletas—. Sigo siendo el líder hasta que deje estas tierras, Yizhuo.

Su prima no parecía contenta.

—¿Quién es ella? —preguntó Shuhua. Chenle sabía que la mujer había planeado aparearse con él. Y también sabía que su padre era codicioso. Los dos, así como Yizhuo, no se detendrían ante nada para adueñarse de las tierras. Sólo había dos líneas de sangre que quedaban de toda la endogamia, y las dos últimos estaban tan estrechamente relacionados que ni siquiera deberían ser consideradas por separado. Pero lo eran y cada uno contaba con sus propias tierras, y Chenle sabía que Shuhua quería aparearse con él sólo por eso.

Pero ese ya no era su problema.

A pesar de que tendría que advertirle a Jeno sobre lo que estas dos perras tramaban. La única persona que había traído felicidad a Chenle fue su hermana. Pero se la quitaron cuando fue asesinada. Yizhuo era una pobre sustituta. —Es un él, Shuhua, y él es un shifter.

Las dos se quedaron sin aliento, sus expresiones eran de desdén.

«Al diablo con esto». Tenía una pareja que reclamar.

Chenle se giró al sentir algo cerrarse alrededor de su muñeca. Miró hacia abajo y vio uno de los brazaletes que su pueblo había inventado para evitar que un fey desapareciera. —¿Qué infiernos es esto? —preguntó, levantando su mano—. ¿Creen que ustedes dos me pueden detener? 

Dejando los archivos en la parte superior de un estante, Chenle se acercó a ellas.

—No, querido primo —dijo Yizhuo con una cínica sonrisa—. Pero ellos pueden.

Chenle se dio la vuelta para ver a cuatro elfos de la Sombra avanzar hacia él. —Deberías de haber enviado más de cuatro —dijo mientras se preparaba para la batalla—. Y tan pronto como me encargue de ellos tú vas a morir por traicionar a tu líder.

—Eso nunca va a suceder —se burló Yizhuo—. Acabas de decir que estás entregando la tribu a Jeno. Ya no eres nuestro líder. ¿A qué elfo de la Sombra convencerás cuando se enteren de que no sólo te has emparejado fuera de nuestra raza, sino con un hombre? —Un frío y duro destello apareció en los ojos de Yizhuo—. De hecho, creo que deberías de ser juzgado por traicionar a tu raza.

Eres valioso -JiChen/ChengSung-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora