Prólogo - El Rey de la Nada

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Habían pasado 75 años desde que el cataclismo condeno al reino de Hyrule y se esperaba que el héroe despertara en 25. Pero no quitaba que donde aquel mal se había llevado a una de las Gerudo más admirables de las últimas generaciones. Esa mujer se llamaba Urbosa, antigua matriarca de las mujeres del desierto.

Sainora pensaba en la historia de su pueblo, se le daba recordar muy bien. Lleva casada unos agradables 5 años, su esposo es un investigador de las antiguas ruinas Zonan. Él sabía que a ella jamás se le olvidaría ni el más mínimo detalle.

Antes de casarse, había viajado, combatido, experimentado. Cuando supo que era momento de clavar la lanza se consiguió de casualidad al Hyliano del que se habría de enamorar, en primera salvándole de unos Bokoblin en las ruinas. Al salvarlo el hombre se aseguró que sus dibujos de las ruinas estuvieran en perfectas condiciones, se había tardado días en captar todos los detalles de la estructura del jabalí. Por alguna razón el torpe voe le llamo la atención, se quedaría con él para que le enseñara la investigación y cuidarlo de los Bokoblin, Lizalfos entre otras criaturas nocturnas.

Miraba la ventana. Recordaba cuando se enamoraron, ahora esperaba alguna señal del Hyliano, no había podía dormir bien las últimas noches. Ella no se consideraba una mujer supersticiosa, pero era de conocimiento Gerudo que un clima traía a sus alzas un mal agüero. Rogaba a las heroínas no vaya a poner en peligro a su esposo. Ella insistió en acompañarlo, pero el voe era consiente que había tenido estado sintiéndose mal como extraños malestares. Le prometió que estaría bien mientras acomodaba los lentes. Olía cada cierto tiempo el aroma de la bufanda del investigador, le sentir que estaba cerca de ella.

Su esposo regreso cuando la lluvia se amaino, regreso en la mañana. Ella le lleno de preguntas sobre las heridas del rostro. Pero él no quería preocuparla así que solo tranquilizo sus preocupaciones con lo tonto y distraído que podía ser.

A los días el hombre se dio cuenta que los malestares eran fuera de lo común. Con lo fuerte que eran las Gerudo. Ya había llamado a un doctor que vendría para revisarla, pero la noticia se las dio un amigo de su esposo que trabaja en un rancho.

- Oh, ¿Cuánto tiempo tiene su bebe?

Sainora se enteró que estaba embarazada. Era tan obvio que, pero quería pensar que no lo era. Eso la dejo aterrada. Porque no sería su primera hija, ella se embarazo antes de una aventura que tuvo cuando quería experimentar todo lo que le ofrecía el mundo. Pario en las catacumbas de la ciudadela Gerudo, todas sus hermanas de armas como amigas le llenaron los oídos de los hermosa que sería la niña, de ilusiones, de sueños como esperanzas.

Pero al momento de la verdad, en su parto, aquel hermoso retoño de su vientre que tanto había amado, la estaba dañando, para salir de ella. No debería ser así. Ese momento debía ser hermoso. Pero aquel retoño le hacía sufrir tal dolor que sentía que aquella niña le robaría el alma para salir por fin. Fue tanto esfuerzo en vano, la niña había muerto al salir, tenía a la niña entre brazos o mejor dicho a lo quedo de ella. Se encontraba en blanco. Se pregunta cómo habrá vivido esa niña su pequeño tiempo en el mundo, su mente dio luz a una niña que tenía miedo, que murió sin sentir ningún calor en la oscuridad sin escuchar la voz de su madre.

No salió de la ciudadela por unos años.

Mientras tocaba su vientre, tenía miedo de que eso volviera a pasar, que ahora que había conseguido ser feliz al lado de su amado esposo, todo se le fuera arrebatado por otra beba que moriría al nacer. Se negó a comer lo necesario las primeras semanas, le dolía porque su esposo se había esforzado en hacer comidas deliciosas. Había pedido vacaciones adelantada de su trabajo. Eso le hacía sentí peor, que el Hyliano estaba siempre alerta cuidándola, siempre atento, y que no pudiera confesarle nada de cómo se sentía, dejaba un ardor en el final de la garganta.

El Novio GerudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora