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Sus ojos no daban crédito a lo que presenció, jamás, en sus 21 años de vida pensó que vivirá el abandono de un niño.

Había visto una camioneta llegar frenéticamente a la estancia en donde frenó no muy lejos de los surtidores de nafta pero cerca de el surtidor de aire a presión por lo que supuso que uno de sus neumáticos estaba bajo.

El vehículo no era tenía un gran polarizado por lo que logró divisar la silueta de un hombre con lo que parecía un niño, con el primero pidiéndole algo.

Iba a seguir con sus cosas cuando vio como aquel niño en el auto golpeaba su cabeza contra el vidrio.

Se levantó para salir a reclamar, eso no estaba bien pero después de unos segundos lo pensó mejor.

Necesitaba ver que era todo esto.

Vio que el nene volvió a hacer estampado y vio una mancha pequeña en su cabeza, muy difusa por la distancia, el que parecía ser rubio volteó y salió de la furgoneta, quedándose inmóvil por unos segundos hasta que el conductor puso el vehículo en marcha y salió disparado, dejando al niño que ahora que lo veía bien, llevaba un traje nomex o algo así, común en los motorsports.

—Que hijo de pu-

Paró su insulto para salir como loco hacia donde estaba el menor que había salido corriendo en dirección al vehículo.

Le chupo la pija dejar su puesto, ese niño necesitaba ayuda. De todos modos no había nadie en la estación para reclamarle.

Cuando más se acercaba escuchaba las plegarias que no entendía en lo absoluto pero sonaban muy desgarradoras y como pudo logró tomarlo antes de que pisara pie en la carretera principal.

—¡Niño, niño!

Lo agarro de los hombros y este se volteo para aferrarse a él, escondiendo su cabeza en su pecho y soltando altos hipidos que le rompían el corazón.

—Ya, ya, no pasa nada Leoncito.

Se golpeó mentalmente al haberlo llamado así con tanta confianza pero pareció que al no le pudo importar menos. Se quedaron minutos así, Sergio dándole palmadas en la espalda y dándole palabras alentadoras mientras que le de cabellera clara seguía con la cara escondida y apretándole la cintura.

Después, ya cuando sus gemidos dejaron de escucharse y las lágrimas dejaron de empaparle el chaleco, el más joven se removió y deshizo del agarre con timidez. Ahora podía ver su cara.

Definitivamente no era de por ahí.

Rubio, tez más blanca que un fantasma y ojos azules fue lo que Sergio vio en el chico.

-Hey.-De todos modos le hablo en italiano, pudo haberse equivocado.-¿Me puedes decir que pasó?

Se sorbió la nariz y agachó la cabeza, avergonzado de haber llorado por un desconocido,-le había llegado de golpe,-y no entender el idioma.

Siguió hipando y eso frustró un poco al mayor que repitió la pregunta, ahora en inglés.-¿Me dices que pasó? —repitió.—¿Hablas inglés?

Este le volvió a mirar, de alguna manera agradecido de que el lindo chico supiera inglés.

Al ver de nuevo que el rubio no respondía, suspiro y bajo su mano al hombro del contrario.-Oye, me harás perder mi empleo si no me sigues.

-L-lo lamento.

-Dale, entonces acompáñame a la tienda.-Estaba aún aturdido y ahora que tenía más conciencia se hecho para atrás, por muy bonito que fuese aquel castaño era un desconocido.-No te voy a hacer nada, si fuera una mala persona te hubiera dejado entrar a la interestatal y ahora probablemente no estarías vivo. Además, trabajo aquí por su no te habes dado cuenta.-Apuntó a su vestimenta donde se veía el chaleco junto con el nombre de la tienda cocido sobre la tela. "Sergio P." Fue lo que decía la etiqueta.-¿Lo vas a hacer o quieres que te deje aquí?

Finding YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora