VIII

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Había ido a visitar a Draco a la enfermería después de lo que pasó en la clase de Hagrid, y, para mi sorpresa, él parecía estar afligido por lo ocurrido, aunque intentaba no demostrarlo.

—Pensé que solamente quedaría como un accidente más. Cosas peores ocurren todo el tiempo. —Comentó Draco, intentando rascarse debajo del vendaje.— Pero el Consejo Escolar tuvo que ser informado y, aunque fue expulsado, mi padre aún tiene contactos en él que le comentaron lo sucedido.

—¿Qué es lo que tiene pensado hacer?

—Se quejó con cualquier persona que se le ocurriera; el Consejo Escolar, el ministro de Magia... Supongo que intentará hacer que saquen a Hagrid de aquí.

—Mmm. —Musité.— ¿Y cuánto tiempo te dijo la señorita Pomfrey que deberías estar aquí?

—Ayer. —Cuando lo miré confundida, él siguió hablando.— No fue nada grave y me dijo que podía irme mientras cuidara el brazo, pero siendo honestos, estaba disfrutando mucho de este descanso, así que fingí sentir demasiado dolor y me dejó quedarme. Pero ahora ya me estoy volviendo loco de no tener nada que hacer y de tener a Pansy hablándome como si fuera un tonto niño pequeño.

—Bueno, para ser honesta, como que te lo merecías. —Draco se ofendió, pero no dijo nada.— Hagrid, dijo que eran criaturas orgullosas.

—Como sea... ¿Cómo van las cosas con tu noviecito?

—Bien. Escuchó lo que había pasado y me preguntó cómo estabas.

—Hmp. Que actúe como si le preocupara no hará que me agrade.

—Draco. —Mis hombros se sacudieron por mi risa. Odiaba tanto ser tratado como un niño pequeño, pero eso es claramente lo que es.— Ni si quiera lo conoces lo suficiente como para que no te agrade.

—No es necesario. Está saliendo con mi hermanita y eso es más que suficiente para que no me agrade.

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Draco sí fue dado de alta de la enfermería al día siguiente, llegando una hora tarde a la clase de pociones. A pesar de lo que me comentó ayer, aún seguía actuando como si hubiera perdido el brazo.

—¿Cómo estás, Draco? —Comentó Pansy, y ahora entendía por qué él estaba cansado de eso, me bastó con escucharla una vez como para querer tirarme de la torre de Astronomía.— ¿Te duele mucho?

—Sí... —Para la confusión de absolutamente todos, Draco se sentó en la misma mesa que Harry y Ron, aunque en cuestión de segundos, fue evidente la razón.— Profesor, necesitaré que alguien me ayude a cortar las raíces de margarita.

—Weasley, ayúdale.

Ron le dijo algo a Draco, pero estábamos alejados de ellos y no podía escucharlos, así que me enfoqué en mi poción y en ayudar discretamente a Neville. Él, Hermione y yo estábamos en la misma mesa, así que nos estábamos turnando para ayudarle cuando podíamos.

Profesor. —Draco se quejó más alto de lo necesario, pues nadie se atrevería a hacer ruido durante la clase.— Weasley está estropeando mis raíces.

—Dele a Malfoy sus raíces y quédese con las de él, Weasley.

—Ah, profesor, también necesitaré que me pelen este higo seco.

—Potter, pela el higo seco de Malfoy.

Ron y Harry voltearon a verme de nuevo como si la actitud de ambos fuera mi responsabilidad. Sentí mi sangre hervir tan alto como la poción que estábamos preparando, mi ceño fruncirse y comencé a cortar mis ingredientes sin cuidado.

Eileen Snape y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora