La familia Grindelwald Gaunt.

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Primer año.
Trillizos: 11 años.
1991

Capitulo 1: La familia Grindelwald Gaunt.

El día estaba inusualmente tranquilo en la mansión Grindelwald.

Altair Grindelwald estaba sentado en el sofá de la sala, tomando su café mientras leía las divertidas idioteces que publicaba El Profeta. El clima estaba fresco debido a la hora y los árboles se balanceaban suavemente en el exterior de la casa. 

Todo era relajación y tranquilidad. No había un sonido que lo perturbara, ya que ni siquiera oía a los elfos domésticos preparando el desayuno en la cocina. Se pregunto si debería ir a...

—¡PAPÁ! ¡LEO ME ESTÁ GOLPEANDO!

—¡PADRE! ¡LORCAN NO ME QUIERE DAR MI CAMISA!

—¡PAPI, DILES QUE SE CALLEN!

Altair resopló fastidiado, terminando su café de un trago y cerrando el periódico. Amaba a sus hijos; eran la razón de su existencia junto a su esposa, pero había días en los que quería estrangularlos.

—¡ALTAIR GRINDELWALD!

El rubio abrió los ojos como platos y subió corriendo las escaleras hacia el segundo piso. Cuando Lianne se enojaba, no había esposa amorosa por el resto de la semana. Entró rápido a su dormitorio viendo a sus dos hijos discutiendo por una camisa y a su esposa e hija tapándose la cabeza con almohadas.

—¿Qué pasa?

—Saca a tus hijos de aquí, intentamos dormir —murmuró Lynx envolviéndose en las mantas.

—Altair, anda a arreglar a tus hijos para llevarlos a la estación o algo, son las 5 de la mañana —se quejó su esposa en la misma posición de su hija.

Abrió la boca levemente para replicar, antes de cerrarla y hacer lo que le pidieron. Todavía le sorprendía lo fácil que era hacerles caso a esas dos. Y lo fácil que Lianne se desvinculó de su rol como madre cuando no era la hora conveniente.

—Vámonos, niños. Dejemos a su madre tranquila.

—Pero Lynx no se ha arreglado —dijo Leo con las cejas fruncidas y los ojitos cafés llenos de preocupación.

Altair sonrió un poco viendo a su hijo.

—Lynx se arreglará con mamá, ¿bien? —dijo tomándolo en brazos—. Vamos a ponernos bonitos nosotros tres.

Lorcan se encogió de hombros y empezó a andar hacia la puerta, Leo asintió y él suspiró antes de salir de la habitación. Una hora más tarde, tenía a dos niños rubios arreglados y a dos castañas que todavía no se levantaban de la cama. Decidió subir a la habitación porque sabía que se iban a tardar en estar listas, y en el proceso, Lorcan se terminaría de comer toda la alacena y a Leo le iba a dar un ataque si llegaban tarde a la estación. Tocó la puerta y esperó un momento; cuando nadie dijo nada, entró viendo a su esposa e hija acurrucadas, durmiendo profundamente. Se acercó al lado de su esposa y le tocó el hombro de forma suave.

—Liann, cariño. Ya son las 7 de la mañana, el tren se va a las 11...

La mujer le lanzó un manotazo que lo dejó dislocado por un momento, quedando se estático mientras la veía gruñir algo inentendible y enterrarse más en las sabanas. Altair suspiró y decidió dejarlas dormir otros 20 minutos, no sería tan malo.

Sí, fue muy malo.

Los que conocían a la familia Grindelwald Gaunt los veían como personas frías, de actitudes perfectas, elegantes y poderosas. Siempre solos, siempre aislados en su mansión y rodeados únicamente de su familia en los eventos sociales. Sin embargo, los que realmente conocían a la familia sabían el desastre que eran, especialmente el huracán que conllevaba un evento importante en las mañanas. Pero hoy no era solo un evento importante, era primero de septiembre y todo iba de mal en peor en la mansión luego de que la matriarca de la familia y la heredera decidieron que dormir dos horas más no le haría mal a nadie.

Sussurro [Draco Malfoy y Harry Potter].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora