Sussurro [Draco Malfoy y Harry Potter].

Dragones.

Capitulo 11: Dragones.

Los trillizos volvieron a Hogwarts un día antes del comienzo de las clases.

Lynx había sentido una gran tentación de quedarse en casa cuando vio a su madre llorar mientras los despedía en la estación, antes de que su padre la abrazara y les indicara que se fueran si no querían que los llevara de vuelta a casa, aunque fuese a la fuerza.

Se encontraron con sus amigos antes de lo esperado, logrando hacerse espacio en el compartimiento.

—¿Cómo la pasaron?

Sus hermanos empezaron a contar sus vacaciones de Yule, relativamente tranquilas, omitiendo de forma perfecta el tema de las mansiones, un acuerdo tácito al que habían llegado cuando Blaise les preguntó en qué casa habían estado.

Lynx, sentada junto a Draco, se sonrojó cuando le agradeció por el hermoso regalo que le había dado: una especie de cúpula pequeña donde se podía ver su constelación, iluminada suavemente. Draco, tan sonrojado como ella, le mostró un hechizo que hacía que las pequeñas estrellas se convirtieran en un lince y rugieran suavemente. A Lynx le parecía encantador.

Observó cómo sus hermanos se desconectaban de todo al quedarse dormidos recostados en Blaise y Pansy, quienes no tardaron demasiado en seguirles el paso. El resto del viaje fue significativamente más silencioso y tranquilo después de eso.

☆

Las clases empezaron más exigentes que los meses anteriores, si era sincera. Los deberes ocupaban la mayor parte de su tiempo y les quitaban tiempo para realizar las actividades que realmente les gustaban. Dormir, en el caso de Lynx.

Los demás tenían pasatiempos un poco más productivos.

Las lluvias incesantes de enero le dieron a las mazmorras un frío aún mayor al que ya tenían normalmente, lo que los obligaba a ajustar bien sus capas dentro de la sala común, y varios Slytherins empezaron a enfermarse.

Draco entre ellos.

—¿Y Draco? —preguntó cuando bajó a la sala común esa mañana. Tenía ojeras y una expresión de agotamiento; la noche anterior habían tenido Astronomía y, realmente, sin sus ocho horas de sueño no se sentía capaz de ser un ser humano decente.

Sus hermanos más que nadie lo sabían, por eso no mencionaron nada cuando vieron que tenía un par de ondas fuera de su perfecto peinado.

—No lo sé, le he dicho a Blaise que lo busque. Seguía en el baño cuando salimos de la habitación —contestó Leo, sentado en el sofá junto a su mellizo.

Lynx asintió y se dejó caer al otro lado de Lorcan, apoyando su cabeza en el hombro del rubio y cerrando los ojos al instante. No mucho después, escuchó el leve saludo de Blaise y la voz de su hermano.

—¿Y Draco?

—Está enfermo.

La castaña levantó la cabeza del hombro del rubio para ver al moreno, con las cejas fruncidas.

—¿Qué? ¿Cómo que enfermo?

Blaise se encogió de hombros y se sentó al lado de Leo. Quedaron un poco apretados, pero ninguno de los cuatro hizo el intento de levantarse, demasiado cansados para molestarse.